Ahora mandan las mujeres más mundanas,
Ríen, gozan y gimen,
Se perfuman y se cantan
Duermen bajo los espléndidos manzanos del Cáucaso
Anhelando el caos
Que nacido de entre sus muslos
se desliza hasta los dedos de los pies
Llega hasta mis pensamientos
Y me embauca,
Me desprecia,
Me seduce
y yo me dejo seducir,
Me alaba
y yo me dejo alabar,
me castiga
y yo me dejo castigar,
acepto sus defectos y virtudes
Pues posee la voz más absoluta:
El silencio.