Para comprender,
Desnudo mi mente
y la abro de piernas
Le susurro mis temores,
mientras extasiada,
Lubrica,
Le cuento mis debilidades,
mientras fascinada,
Suspira,
Le hablo de mis sueños,
mientras absorta,
Enloquece.
Mientras tanto,
No muy lejos,
Caronte prepara su diaria partida
Para navegar hacia el horizonte,
Cargado de almas perdidas,
Muchas vidas
desperdiciadas por la codicia,
La codicia de los hombres
Que despertaron de su noble sueño
Y profanaron y robaron y mutilaron
Expoliaron, colonizaron
Y ahora quedarán sumidos
En sus propias cenizas,
Verdes y podridas,
Mientras hímenes hechizados
Disfrutan de su fruto
Perfectamente madurado al sol.
Las mujeres no me aman
más yo amo a las mujeres,
Su rostro, su sonrisa
Sus delicadas pieles,
Sus ilustres ojos,
Largas, cortas,
abultadas o finas
pero piernas barbitúricas
que me transportan
a un paraíso inexistente
donde el éxtasis es infinito,
para nada fortuito,
Y solamente pienso
Pienso,
y pienso
Pienso en Denise,
Pienso en Jhoana,
Pienso en Dulce,
Pienso en Maya,
Pienso en Margaret,
Pienso en Sylvia,
Pienso en Emily,
Pienso en Elisa,
Todas diosas del hipotálamo,
Musas sedientas,
Artistas hambrientas,
Madres, hijas, abuelas,
Pero sobre todo mujeres.
Se abalanzan sobre las murallas
Para hacer frente a ese consumismo
Que nos consume poco a poco,
Que nos come por dentro,
Luchan contra la asfixia
Provocada
Por esa obsesión de Alejandro
Por la grandeza,
Por esa obsesión de Adolfo
Por el poder,
Por esa obsesión de Francisco
Por la represión,
Por esa obsesión,
Esa y sólo esa obsesión
De dominarlo todo.