Para aguar las penas bebo,
pero siento frío
Río,
pero mis ojos lloran
Medito,
pero mi corazón se exalta
¿Qué hay en mi cabeza?—pregunto—
Es doloroso y a su vez adictivo
Es triste y a su vez placentero
Es mediocre, es vulgar, es gris
Es malo y deforme
Lo odio
Pero, a su vez, me gusta.
La Máquina torna,
Tiene ansias de sangre,
De lucrarse hasta la podredumbre
Para luego gozar
De la marchita chusma
Que antes la mantenía viva.
Pedradas a los azules,
Cuchillos a los trajeados,
Otra revolución de Octubre
Se cuece en este paraje
Lleno de ingratos tarados.
No puedo hacer nada
Que no sea observar
No puedo hacer nada
Que no sea obedecer
No puedo hacer nada,
Aunque quiera,
Y quiero,
Es más
¡Puedo!
¡Y debo!
¡La tormenta precede a la calma!
¡Es la hora del cambio!
Pero espero al momento justo
en que la sinhueso indicada
se paseará por mis orejas
y me susurrará:
Adelante, el mundo es libre.
Lleno mis pulmones de blanco humo,
Lleno mi estómago de negra cerveza,
Lleno mis ojos de extrema belleza,
Prácticamente a diario,
Pero mi mente sigue vacía.
Lleno mi piel de caricias,
Lleno mis labios de besos,
Lleno mis orejas de música,
Y aún así,
Mi corazón sigue vacío.
Me he llenado tanto,
Que ahora cuesta vaciarme,
No obstante,
Sólo puedo vaciar lo que está lleno,
Mientras que mi espíritu sigue
desierto.
Sus caderas se menean,
Lenta y sensualmente,
Su pelo ondea
Como una bandera descosida,
Sus manos señalan al vacío,
Su trémula tez se empaña,
Y sus párpados caen pesados
Somnolientos,
Mientras me miran,
No me ama,
Tan sólo juega,
Mientras me confunde,
Mientras me empalaga,
Mientras me encurda,
Yo palidezco,
Desfallezco,
Irradia belleza y a su vez maldad,
Pero ella es buena,
Irremediablemente buena,
Y aturdido,
Sigo dejando que me arrastre hasta su cama,
Sigo dejando que me desvista,
Sigo y sigo dejándome
Hasta quedar dormido otra vez
sumido en su perdición.
Enajenado,
Intento escapar de sus encantos,
Pero su magnética nigromancia
Me atrae y me vuelve a seducir
Para que me quede,
Y yo me quedo,
Aún,
Acurrucado en los brazos de Morfeo,
Fervientemente deseo
comerme una manzana
y despertar en un charco de vómito gélido
creyendo que nada ha pasado
Esperando,
Esperando,
Esperando,
Esperando a que llegue
El tórrido beso de la Parca
Y me libre de esta tortura,
Esta deliciosa y adictiva tortura A la que llamamos Anhelo.