Di un suspiro; la calle sintió mi dolor.
El pecho en llamas está, y el agua
se transforma en lava.
Dos picaportes en el cuarto
incendiado, y una sola llave
para la cerradura de la existencia.
Los árboles respiraban al ritmo de
mi tragedia y el alma. No estaba solo,
hubo un ruido al final del túnel.
Tres cuartas partes del abandono; completada
la misión. A gran medida del laberinto solitario,
un hermoso padre pide por mi paz.
El pecho en tinieblas está; el dolor de los
latidos infernales se ausentan de mi
reverencia; se asustan.
Piso largas caminatas por las noches;
por la mañana soy hielo; por la tarde
soy Saturno.
Extraño las flores cultivadas en lo que alguna
vez llamé «jardín». Los dolores del alma
me hacen católico. A medida me causan pánico.
Solo le genero pavor a mi vida. Me suicido
todos los días pensando que todo estará bien;
falsedad. Solo la brisa de aquel verano perdura.