Te confieso que he decidido ser diferente, perdóname si en esta oportunidad me voy a reservar las palabras demasiado melosas, y es así que le voy a añadir la mayor racionalidad posible a estos versos.
Y sí, llevo esperanza en mi interior, pues al mirar tus hermosos ojos marrones hay dulzura y fuerza, y lo más sorprendente es que mantienes esta mirada maravillosa y es capaz de robarme una sonrisa.
Te saludo, toco tus hombros unos segundos, y mis deseos de mujer florecen, similares a rosas rojas en primavera.
Besas mis mejillas y me doy cuenta claramente de tu bondad, elegancia y tu humildad; esos deseos llenan mi interior, solamente me queda guardar silencio y esperar que notes mis sentimientos hacia ti.
Amado, solo anhelo invertir las palabras necesarias para atraerte hacia mí, y si decides permanecer a mi lado, que sea con libertad plena.
Es domingo, y encuentro motivos para escribirte este poema.