Sin palabras. Recordó que el viejo sostén terminó en la silla de las canciones del ayer. El sexo había culminado, pero los recuerdos aniquilaron su memoria sin cesar. ¿A quién le reclamaba? El interlocutor se ausentó con las promesas del incierto futuro, el sudor de la piel y el frío del café.
Un episodio había llegado su fin, el circo de eso que llamaban vida continua.