Estoy temblando, probablemente es el frío, mis vicios o el puto miedo que llevo dentro.
Por: Diana Lerendidi
Octubre 2013
Son casi las siete de la mañana, el cielo está nublado y los síntomas del amanecer no diagnostican un buen día. Las hojas secas de los árboles caen y se quiebran al instante, y a mí se me llenan de otoño los ojos. Estoy afuera de un hospital, tengo un cigarro en la mano izquierda y un vaso con restos de café en la derecha. Estoy temblando, probablemente es el frío, mis vicios o el puto miedo que llevo dentro.
Hace unos días me citó mi mejor amiga para vernos. Estábamos acompañadas de nuestro delicioso té de menta, especialidad de la casa, cuando en medio de nuestra sagrada tertulia de la semana, me soltó un – T E N G O C Á N C E R D E M A M A. Sentí como una patada descomunal en el estómago, como si cada una de las letras retumbará en mi interior hasta hacer un gran eco en mi plexo solar. Me quedé pasmada, no supe cómo reaccionar. Ante mi nula respuesta, continúo explicándome que unas semanas antes le habían realizado una biopsia y tras los resultados le habían diagnosticado metástasis en el seno izquierdo, por lo que era urgente una intervención quirúrgica. Entre más la escuchaba, más deseaba que fuera una pesadilla, pero me sacó del ensueño cuando de pronto soltó una carcajada como para demostrarme que estaba bien, que lo llevaba bien… Pero para mí fue como el presagio de un desastre inminente.
Ahora, mi amiga está en el quirófano a punto de que le realicen una mastectomía. Estoy ansiosa y la zozobra se me desborda. Seguramente ya está anestesiada, ojalá yo también lo estuviera…
Octubre 2014
Después de una mastectomía radical; la extirpación completa del seno y ganglios linfáticos axilares, 8 quimioterapias, 15 radioterapias, y un año entero de cambios físicos y emocionales, no hemos podido dramatizarlo, pero estoy convencida de que podemos sublimar el dolor.
He tomado fotografías de todo su proceso con el fin de documentarlo. A veces cuando se siente bien, amablemente posa para mi lente, otras veces sólo la observo y me propongo robarle sonrisas. La capturo en esos momentos fugaces e inesperados en los que es feliz y no se da cuenta; como cuando toma café y sonríe, cuando lee un libro y le brillan los ojos, cuando juega y se divierte acicalando a sus gatos o cuando riega sus plantas e inunda la casa de calma…
A veces también le hago fotos cuando la descubro mirándose al espejo. Siempre fue muy pudorosa con su cuerpo, pero al mismo tiempo segura de su belleza. Me sorprende verla explorando sus cicatrices, como dedo a dedo recorre todo su dolor y sufrimiento, como le cambia el rostro y como parece que aún no se convence de que sigue siendo ella…
El otro día, mientras contemplaba su reflejo, le pregunté si deseaba reconstruirse el seno. Después de un largo silencio, sonrío y me dijo:
–Estoy convencida de que las partes que me faltan, aunque pudiera volver a tenerlas, no volverían a llenar el vacío que me causaron cuando las perdí…
Octubre 2015
Hace 5 meses mi amiga se sometió a una reconstrucción de mama. Ella siempre estuvo en contra de los implantes e incluso después de que le hicieron la mastectomía, estaba segura de que no se la haría… Hasta que se enamoró de un cirujano plástico y la convenció de lo contrario. En realidad nunca estuve de acuerdo con su cirugía ni con su relación, pero la veía tan radiante, feliz y enamorada, no sólo de él, de la vida, que al final eso era lo único que me importaba.
Octubre 2016
Los rayos del sol se cuelan por las cortinas traslucidas de la habitación. Estoy acostada en un sofá color menta, perdida entre las letras de Irving Stone. Estoy leyendo El anhelo de vivir por cuarta ocasión y me adentro en el sufrimiento de Van Gogh, quizás para mitigar mi propio dolor y preocupación. Mi mejor amiga está en recuperación; parece que está dormida pero en realidad está sedada. Anoche tuvo que someterse a otra operación. Esta vez fue porque sufrió de una contractura capsular, algo que según los expertos sucede comúnmente con los implantes en algunas mujeres.
Desde hace algunos meses, mi amiga fue perdiendo paulatinamente la sensibilidad del seno y del pezón, pero no le dio la importancia debida hasta que hace unos días, mientras estábamos cocinando sintió un gran dolor en el pecho. Fue tan fuerte que por un momento creyó que se trataba de un infarto. Nos asustamos demasiado, fuimos al hospital y la intervinieron casi de inmediato. Antes de operarla, los doctores le sugirieron distintas opciones; extirparle el tejido cicatricial o cambiarle el implante.
Al final, mi amiga decidió lo más acertado; quitarse el implante definitivamente.
Octubre 2017
Hace unos meses, después de unos estudios de rutina, a mi mejor amiga le detectaron altos niveles de estrógenos en su organismo. Según los especialistas, estimulan el crecimiento y la propagación de células cancerosas. Su oncólogo la ha sometido a un tratamiento hormonal, el cual consiste en consumir diario un medicamento que bloquea los receptores de estrógenos y que evitan su crecimiento; sin embargo, los efectos secundarios han sido devastadores, desde dolores de cabeza inimaginables, dolores musculares y en articulaciones, náuseas y bochornos, hasta depresión.
Octubre 2018
Desde hace algún tiempo, hemos hecho del otoño nuestra estación… Hemos sido como hojas secas que al contacto nos quebramos. Estamos llenas de cicatrices, de historias que contar, pero que no contamos. Por fin he convencido a mi mejor amiga de hablar del tema, de sensibilizarlo y de crear conciencia, porque así es como las hojas vencemos al otoño, contando nuestras historias…
Hoy es 19 de octubre, Día internacional contra el cáncer de mama.
Mi amiga está a punto de compartir su experiencia. Estamos en medio de un auditorio lleno. Ella está al centro, la luz ilumina cálidamente su rostro, parece nerviosa, pero de repente se planta con toda la seguridad que la caracteriza y comienza a decir:
–En los últimos años, he aprendido que las circunstancias no son las que nos definen sino como las enfrentamos. Y a la vida no le basta con ser vivida; también tiene que ser celebrada. Este año cumplo seis años desde que el cáncer de mama llegó a mi vida y cada año se ha convertido en un motivo de celebración y agradecimiento, pero también en un motivo de lucha y compromiso…
¡Hoy es un gran día! Estamos rodeadas de mujeres y mi amiga se ha convertido en una voz de alerta para todas ellas.
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