I
Lienzo en el fuego
ardiente de los ayeres.
Recuerdos agradecidos
en los momentos pensantes.
¡Ángel mía! Tus alas cayeron
del cielo soñado.
La suavidad de las nubes se
nublaron; llovió.
Una lluvia es un comienzo, una
puerta para el Sol.
La culpa no existe, solo el
agradecimiento y el perdón.
¡Ángel mía! Demostraste que el
ruiseñor se equivocó.
Un solo descuido y el infierno
apareció; terminó el núcleo.
Los abrazos y los besos perdurarán
en la memoria del día.
Hicimos el amor en la habitación
de mi sentir.
Lejano el placer; cercano el amor;
fantasma de la traición.
Bocas de más; rabia de la
envidia; es nuestro, sólo nuestro.
¡Ángel mía! Agradezco tu vacío
emocional; me acercó a la pureza de mi ser.
El engaño es el peor pecado; no se perdona,
pero se olvida con el tiempo.
II
Lazos rotos, confianza fantasma y
miradas de ficción: oscuro «amor».
Depresión crónica: lástima de mi
razón.
¡Ángel mía! Esperando que recuperes
tus alas con el dios de tu preferencia.
Minutos de lágrimas; segundos de
felicidad; horas de sueño.
Sonrisas dibujadas; manos de
desdicha.
Sonetos del alma; letras viejas.
Besos del «otro»; intimidad del deseo.
¡Ángel mía! No te culpo por no haber
rozado el discurso; te agradezco.
He decidido volar. Gracias por ser mi
ángel; lo serás en el cielo de alguien más.
Cuando te vea en la cima de la jerarquía divina,
voy a aplaudir tu inocente sonrisa.
Me despido y espero que el olvido me deje
sólo la enseñanza de lo ocurrido.
III
¡Infidelidad aérea del ayer! Vuelve
al poeta loco de amor.
Síndromes, inseguridades, miedos,
desconfianzas, enemistades.
Segundos de angustia.
Minutos de terror.
La astucia es lo que salva
a la persona de la manipulación.
El cariño imaginario duele
como una reencarnación en un
mundo solitario de desesperación
y olvido.
Besos rotos. Besos fantasiosos.
Besos olvidados. Besos desdichados.
Besos partidos. Besos envenenados.
Y siguen en los ojos del destino.
Los intereses de la manipulación
ocultan la razón de Poseidón
al descubrir la verdad de los
siete mares.
El tridente de las conveniencias
batalla contra el Kraken de las
angustias vividas; la pelea de los
dioses se centra en la manipulación.
Tal como Hades a Zeus y Zeus a las
madres de sus hijos. Una manipulación
desató la furia de los titanes. Una
manipulación desató la venganza de Medusa.
Tres horas en el Olimpo y se creó
el miedo del hombre: la mortalidad.
La vitalidad de la inmortalidad —antes que nada—
debe enfocarse en la adaptabilidad.
Platón descubrió el amor cuando los
cuerpos se acostaron, pero cada uno tiene un
alma distinta y de ahí el hombre descubre
la magia de la creación.
En Roma los celos se crearon cuando
los exponentes del miedo guerrero
descubrieron la libertad del
linaje.
Y en el corazón oxidado se descubrió
el arma mortal del amor desmedido:
la manipulación. Pobre del amante que cayó
en ella; toda una desesperación vivirá.
¡Infidelidad aérea del ayer! Volteaste
por la inmediatez.
IV
Oníricos nuestros sueños, pero reales
nuestros besos.
Una vileza en el fruto de una amiga;
se fue, y tengo miedo del olvido, pero
tengo miedo de tu retiro.
Conversaciones tienes con los reyes
de los libros; siendo la musa de sus
suspiros.
La noche llega y tú con ella. Y aquí
tienes al poeta de la montaña
estruendosa: escribiendo su miedo
de perder a su enamorada.
Dos palpitaciones en las obligaciones de
tus colaboraciones y el rey me expulsa
del reino, pero llevo mi acción de
amarte.
V
Perdón, perdón por no ser el mejor acompañante
en el camino.
Perdón, perdón por no ser el copiloto que deseas
en las calles de la esperanza.
Perdón, perdón por adelantarme a los obstáculos
de la vida.
Dispensa a este desdichado que te ama.
Perdón, perdón por ser así de intenso con las
palabras.
Perdón, perdón por ser yo mismo en el puñal
clavado en el corazón.
Perdón, perdón por no ser el fuego más ardiente,
pero sí el menos doliente y el más leal.
Dispensa a este sol que quiere verte brillar.
Perdón, perdón por amarte con esta intensidad
que explota mis más inocentes sentimientos.
Perdón, perdón por callar mi sentir entre aquellos
pensamientos que te abrazan.
Perdón, perdón por ser los dolores de las fuentes
olvidadas.
Dispensa a este hombre que te extraña.
Perdón, perdón por pedirle a la galaxia todas las
noches que te cuide y proteja.
Perdón, perdón por cuidar de tu párvula mirada
sobre la vida.
Perdón, perdón por explorar tu recóndito rostro
en el laberinto de la soledad.
Ayer me visitó un colibrí; volaba a través
de las palabras de la naturaleza.
No cometí vileza, pero sí una creencia.
Dispensa a este bohemio cansado de la noche.
Tomé una copa adorando tu más hermosa figura;
me fui al recuerdo donde estuvimos felices
hace más de dos citas carnales; no encendía, mas
se incendiaba por la melancolía y el recuerdo de tus besos.
¡Ángel mía! Yo te necesito como un doctor
necesita sus estudios medicinales, como un
actor necesita del guion de la tragicomedia,
como yo te necesito cada mañana antes de despertar.
Te debo mi mejor versión, pero ayer una fuerza del
corazón me exaltó. ¡Ángel mío!
Ayer me confirmó que
yo te di mi mejor versión y la seguiré dando
porque yo amo a las personas como
un gato ama a sus dueños,
como un árbol ama el oxígeno,
como un pájaro ama
las semillas del cielo divino.
VI
Pensé que tus besos creaban nuestro propio
universo, mas nunca imaginé que, en realidad,
lo estaban alejando.
Cada abrazo, cada llamada, cada gesto,
cada mirada, cada cita, cada día a tu lado…
todo fue una fantasía
dentro de la cálida aventura; ahora, eres una desdicha más.
Manipulaste mi sentir.
Fuiste una vampira: chupaste
la sangre de mis motivaciones.
Tan rencorosa fuiste que no dejaste
ninguna gota de ella.
Tengo miedo del porvenir, pero ahora sé que tú no
estarás en él. Gracias por demostrarme
lo que no es amor; espero sanes
el vacío que te dejó el pasado.
VII
La incertidumbre me hace daño, y juré que no
me volvería a suceder, pero me está
acompañando ahora.
Forjé una serie de estrellas en
un pequeño universo de tristezas y alegrías.
¿Qué sería de mí? Sólo soy el resultado
de una serie de amalgamas predestinadas
a juntarse y separarse.
Porque eso es lo que hace daño: la duda.
Aunque yo la conozco
como «la incertidumbre» del corazón.
Pues pienso que aún me quieres, que aún me amas,
pero ¿qué tal si quieres a otro?
¿Y si no has cerrado esa historia? ¡Por qué me elegiste sin saber si habías solucionado tu pasado? Te amo, te amo, sí… ¡te amo!
Me abrigas en este infierno,
pero me lo estás regalando.
Si tan sólo con un simple beso me dijeras que
no debería preocuparme, todo sería diferente.
Soy el ser destinado a ser la burla del ser amado.
Se está riendo de mí en un sin fin de
momentos imaginarios.
Borges tenía razón al decir que
los sueños son la única verdad,
lo único real del universo. Una lástima que sólo
pueda disfrutar lo nuestro en memorias oníricas.
VIII
Tomé el Ferrocarril de la Zona Metropolitana,
compré el helado que tanto te gusta,
me vestí con el saco que tanto te enloquece,
escuché la canción que nos unió
sin esperar nada a cambio, pero el cambio
del ahora debe transmutarse en el abrazo
de nuestra reconciliación.
Te llevo serenata y no por fuerza de motivación,
sino por anhelación. Deseo demostrarte
con caricias que puedo alejar
los lamentos del error.
¡Ángel mía! Gracias por ser parte de mi vida.
Me despojé de toda serenidad
alguna.
Llego a tu casa y me recibes en la laguna
de la extrañeza. Dame tu mano
y vamos encaminarnos
a la vivienda de nuestro corazón.
Deseo que encuentres el amor en el «otro», y vivas
aquello que siempre quisiste. Te prometo ser
el hombre que marcará
su lugar en el mundo.
Gracias por haber sido mi compañera.