Al final, parece que seis semanas sí fueron suficientes para que te quedaras.
Parece que seis semanas no fueron suficientes para que te quedaras, pero eso no importa. Me he inventado un cuarto para nosotros. Lo pinté de verde menta y el piso es de madera. Hay una pequeña cuna de fresno cubierta de tul azul cielo, un gran diván gris y una cajonera blanca llena de hubieras…
El techo indudablemente es el cielo, lo prefiero así para dejar volar nuestra imaginación. Me refugio ahí cuando te pienso o te sueño. Es increíble de lo que está hecha la nostalgia… ¡de inexistencia!
Cada vez que entro a nuestra habitación poco a poco se transforma. Adquiere vida. Me siento en el diván y abro el ventanal, dejo que el viento juegue con mi cabello y te imagino acostado con los ojos cerrados, tranquilo e imperturbable, sólo escuchándome. Le hablo a tu ser desde mis entrañas, desde el dolor, desde mi vientre, desde tu ex casa, como si pudieras recordarla…
Al final, parece que seis semanas sí fueron suficientes para que te quedaras.