¿De qué manera, si no es con arbitrariedad, se puede comenzar a relatar algo que no tiene inicio? ¿Cómo parir a las palabras que intenten articular algo que por naturaleza no está ni puede ser articulado? Y es que parece que no brotarán más que yerros en la búsqueda de aprehensión y comunicación del xάος.
Sí, así, en griego, no por una sutil presuntuosidad intelectual, sino por otros dos importantes motivos:
1) Su conceptualización surgió en la Grecia antigua, fue aquí donde se le pensó por vez primera.
2) La desfamiliarización que representa abordar algo en un idioma que resulte tan foráneo nos permite analizar con más detenimiento su significado y así, quizá, poderle tomar con más seriedad en su desvelamiento.
Me decidiré por principiar con la aproximación prototípica. El xάος es el opuesto heracliteano del κόσμος, donde éste significa tanto ‘orden’ como ‘universo’ o ‘totalidad’. Demos una mirada más de cerca: ¿qué implicaciones subyacen al ‘orden’? Me pregunto si a este concepto se le puede separar del de ‘intencionalidad’ y por extensión del de ‘racionalidad’, pues para que algo esté ordenado y no tan sólo posicionado contingentemente de tal forma que pudiera engañar a un espectador de poseer orden, debería haber sido planeado o al menos realizado con premeditación, ¿o no?
Antes de responder creo que sería interesante resaltar ahora las implicaciones del segundo significado del κόσμος: el universo aparece con una relación de sinonimia con la totalidad, donde por definición no puede haber nada fuera de él, porque entonces ya no sería el auténtico Todo. Sin embargo, lo que no puedo evitar cuestionarme es cómo es que se pueda hablar del xάος como la antítesis del κόσμος cuando éste, según su significado de totalidad, ya conlleva cualquier cosa posible, es decir, si algo existe de alguna manera, es ya dentro del cúmulo del conjunto del Todo; ¿cómo podría entonces haber algo, a saber, el xάος, que no sea parte del Todo? Al parecer aquí hay un cortocircuito semántico.
Me parece entonces que urge repensar estos conceptos de manera que conserven cierta intuición de lo que ya se piensa que son, al tiempo en que se les brinde de una mayor operatividad coherente. No obstante, justo con eso es con lo que quisiera terminar este texto, así que antes regresaremos a lo que dejé pendiente más arriba.
El asunto con el orden y el desorden es que son conceptos relacionales, son dependientes de una mirada capaz de interpretar y juzgar. Así, lo caótico es una suerte de ilusión, de fantasía, algo que pertenecería más al sujeto que al objeto. ¿Quiere esto decir que deberíamos olvidarnos de las apreciaciones de todo cuanto nos rodea bajo estos términos? No. Rotundamente no. Porque el hecho de que algo pertenezca a la esfera de lo imaginario no le resta importancia ni peso para el sujeto. En otras palabras, aunque algo se encuentre tan sólo en las representaciones de un sujeto dado y no fuera de éste, su devenir vivencial se ve afectado con la misma intensidad que si se tratara de algo ajeno a su interpretación, quizá hasta más. Una vez dicho esto, ahora toca evidenciar la implicación de su realidad subjetiva: un mismo objeto o acontecimiento es susceptible de ser atendido por distintas interpretaciones, por lo cual para saber si estamos ante un suceso caótico o ante uno armonioso tendremos que preguntarnos ‘¿en relación con quién?’, ya lo dejó muy claro el personaje ficticio de Morticia Addams: “lo que es normal para la araña es caos para la mosca”.
Lo que lo anterior nos revela, me parece, es que los conceptos de xάος y de κόσμος, entendidos bajo estos términos, tan sólo son formas de mostrar nuestras valoraciones personales, nuestros objetivos y anhelos, una manera de establecer los resultados del binomio beneficio-perjuicio dentro de las coordenadas de lo que consideramos relevante.
Haber develado los significados e implicaciones de estos conceptos entendidos como sinónimos del orden y el desorden no es poca cosa, aporta una poderosa luz a nuestra ‘homoidad’ y eso, según mis valoraciones, es esencial a nuestro desarrollo. Sin embargo, creo que habrá quienes insistirán en lo caótico como algo trascendente a nuestras facultades cognitivas y como algo inherente a la realidad. Queda ahora sí continuar con lo que dejé para el final.
Para resolver la paradoja de la antonimia de los conceptos que nos ocupan es necesario promulgar la siguiente afirmación: el xάος es inherente y fundamental al κόσμος. Para entender a qué me refiero primero hay que mencionar un antiquísimo aprendizaje acerca del mundo natural: todo está sujeto al cambio. No hay nada que permanezca inmutable por toda la eternidad; a lo mucho hay resistencia al cambio, pero tarde o temprano la voracidad del devenir resulta implacable. ¿Qué tiene que ver esto con el xάος?
Pues que el xάος no es más que esta estructura variable del Todo. Con ello, lo que queda por decir es que bajo estos otros términos lo caótico y la totalidad no son opuestos, sino que el κόσμος es el qué (Todo) y el xάος es el cómo (alterable) de la realidad. Este replanteamiento permite comprender al universo más allá de la fantasía subjetiva del orden y el desorden al tiempo en que lleva la marca de ambos: cada instante es perfecto y ordenado en su efímero estatismo, mientras que en su destrucción tal y como fue en ese momento a manos del devenir hay un cataclismo que desordena lo que estaba establecido. Un eterno crecer y decrecer del xάος en los objetos particulares.