Categorías
Poesía

Dos reinas

La jirafa avanza al trote por la galería de los espejos,
su cuello, un enigma que nadie en Versalles sabe leer.
María Antonieta alza los ojos: dos reinas,
coronadas de espinas bajo un mismo cenit.

¿También tú, extranjera?—enuncia la austriaca.
La bestia inclina el lomo, oro sobre el verdor.
Algo inasible comulga entre ellas: el olor de la sabana,
el peso de un collar que ninguna eligió para sí.

¿Qué idioma hablas?—pregunta la reina.
La jirafa no contesta: su lengua es púrpura,
como los higos que aplasta con sus pezuñas.
(Al dejar Viena, a ella también le arrancaron las palabras.)

Llegan los domadores con cadenas de organdí teñido en rosa,
la jirafa retrocede —su trono es una jaula—.
La reina se estremece: ¿Acaso no soy yo su igual,
otro animal de colección en galas de seda?

El Petit Trianon, al fondo, guarda el secreto a voces:
dos cuerpos que ya sangran antes del susurro del hacha.