-A ver, pendejo, ¿qué quieres?
-Quiero que me cojas, que me ahorques, que me destroces el culo.
-No digas mamadas
-Sí, cabrón, eso quiero, quiero que me deshagas las entrañas ahora mismo.
-Pendejo
-¿Qué?
-Estamos en tu pinche congal.
-¿Y qué?
-Es sagrado.
-Como si algo fuera sagrado para ti.
-Pues tu pinche congal no es sagrado para mí, pero sí para los pendejos que vienen todos los días.
-Eso no te importa.
-Tengo principios.
-No tienes ni madres de principios.
-Mira cabrón, lo dejamos así y nos vemos luego en mi casa.
-No, ya viniste y ahora cogemos, no me vas a dejar con los huevos tibios.
-Nadie dice eso.
-Vamos a coger.
-No wey, no vamos a nada, calma tu pito en tu cuarto, no sé, nos vemos otro día.
-Quiero que me cojas aquí.
-Son unos pinches marranos.
-¿Nosotros?
-Pues sí, pendejo, ni modo que yo.
-Estás fuera de lugar.
-Nadie habla así, no mames.
-¿Vamos a coger sí o no?
-No wey, nel, te dije que no quiero coger aquí.
-Pedro me dijo que aquí lo hicieron, en vez de los cuartos.
-Sí, pues pinche chismoso.
-Entonces lo puedes volver a hacer.
-Es muy incómodo, nomás ponen ese mantel culero.
-No vamos a traer sábanas, despertaríamos sospechas de las muchachas, en cambio el mantel lo lavan los lunes.
-Qué suerte.
-Ya, ándale.
-Puta madre, eso me gano.
-En tus mensajes decías que sólo querías coger y ya.
-Wey, sí, pero no pensé que hubieras hablado con Pedro y que quisieras hacer lo mismo, ese wey está bien pinche mal, todos ustedes, en especial ese pinche Santiago.
-¿Cuál de los dos?
-Ah, verga, ni sabía que eran dos.
-Mira, qué quieres, yo llevo la lana, cuánto por coger.
-Pendejo, si no me dedico a eso.
-Entonces vamos a coger y te vas, sencillo.
-A ver, supongamos que cogemos, tengo unas condiciones, no quiero coger en el piso, está frío.
-Podemos coger en la mesa.
-No, no me gusta, me da miedo que alguien entre por las puertas que dan a la calle.
-Están bien cerradas, desde lo de Andrés nadie puede entrar.
-Pinche cerdo, que bueno que lo lincharon.
-Dos días de suplicio.
-Se merecía más, no entiendo cómo la gente sigue viniendo a este pinche lugar después de lo que se supo.
-Ya, nosotros somos distintos.
-Menos pervertidos.
-A ver, si no cogemos en la mesa ni en el piso podemos coger…
-Allá, encerrados.
-Pero no podríamos acostarnos.
-Pues parados o sentados.
-Pero, y si dejamos manchado.
-Pues en medio, nadie entra ahí más que ustedes.
-Me da pena que los otros vean, luego esta semana le toca revisar todo a Tomás y ese wey no le entra al desmadre.
-A que sí.
-No, se anda cogiendo a unas amigas suyas, dice que en cuanto pueda pide su cambio, que le da miedo que un día lo ataquemos entre todos.
-Mamón.
-La culpa es de Tadeo, que se lo intentó ligar.
-Pero ese wey anda con Santiago ¿no?, bueno, con uno de los Santiagos.
-Ajá, mira, va, cogemos allá y limpio con el mantel si queda manchado.
-No sé, wey, lo dejamos para otro día, le caes en mi casa, ya fue Felipe a ver a uno de mis roomies, es seguro para ustedes.
-Preferiría no ir.
-¿Por?
-Es más seguro hacer las cosas aquí.
-A mi me daría más miedo que me cachara alguien aquí.
-Ese no es el tema, ha ocurrido muchas veces, pero sabemos como ocultarlo, cómo disimularlo, ya sabemos cómo se arregla.
-Qué porquería.
-¿Entonces por qué vienes si tanto asco te damos?
-No sé wey, tampoco se crean especiales, nomás que están cerca para pasar el rato.
-Pues vamos a pasarlo.
-Va, pero allá y con una última condición.
-¿Cuál?
-Háblale bonito a Mateo de mí.
-No me digas que te gusta ese wey.
-Un chingo, pero no me pela.
-También le gustas.
-¿Te cae?
-A casi todos nos gustas.
-¿Neta?
-Hasta al Mario.
-Ese wey es bien raro, una vez me escribió, que quería que le mandara fotos de mis pies y cuando cogimos se la pasaba chupándome los dedos y dándoles besos, me hacía cosquillas, pero sí me incomodé, bien raro.
-Wey, se está haciendo tarde, vamos a coger sí o no.
-Sí, pero si me aseguras que Mateo sale conmigo.
-Nadie va a salir contigo, a lo mucho Juan, pero porque está pendejo, ya quiere abandonar.
-Pues más cuerdo, que se asuma, que viva tranquilo sin esconderse.
-Cada quien.
-Porque así como están, o terminan linchados o como el wey ese del nombre raro, todo reprimido, que se le ve a kilómetros lo joto y dice que no, que respeta y que se acerca a mi porque me valora como persona, mamadas, ve cualquier chile y se le hace agua la cola.
-Eres el peor.
-Va wey, vamos a coger allá.
-Pero no le digas nada a Pablo.
-¡Verga!, pensé que no lo conocían.
-Esto es muy pequeño.
-La neta sí.
-Y encontrar postulantes de confianza es complicado, hasta ahora sólo sabemos un poco de un tal Matías, parece que se ajusta a nosotros.
-Pues más les vale encontrar gente como ustedes, si no se les cae la pinche diversión.
-Wey, las fiestas.
-Nunca me invitan.
-Es que es para los que vivimos acá, tú dices.
-Jamás, me las ahorro y se lo pierden.
-Bueno wey, vamos allá.
-Oye.
-¿Qué?
-¿Nomás así?
-¿Cómo?
-Pues sí.
-¿Qué quieres?
-Aunque sea un besito.
-Pendejo.