Para simplificar la expansión de la mente y las ideas, la meditación trascendental es una técnica en la que debe repetirse mentalmente un mantra personal en dos sesiones diarias de entre 15 y 20 minutos, lo que permitirá también obtener un estado de paz interior y calma intensa.
El multifacético David Lynch (cineasta, pintor, compositor), no se conformaba únicamente con trastocar el arte, también fue un asiduo divulgador de la meditación trascendental, desde que la experimentó por primera vez en 1973: “No me he saltado una meditación en treinta y tres años. Medito una vez por la mañana y otra por la tarde, durante unos veinte minutos en cada sesión. Luego me ocupo de los asuntos cotidianos. Y descubro más alegría al hacer las cosas. Más intuición. El placer de vivir crece. Y la negatividad remite”.
En julio de 2005, Lynch fundó la David Lynch Foundation For Consciousness-Based Education and World Peace, para apoyar a estudiantes interesados en esta técnica y dar a conocer los resultados en el aprendizaje.
En el libro Atrapa el pez dorado: Meditación, conciencia y creatividad (2006), el director originario de Missoula, Montana reflexiona sobre su proceso creativo e invita al lector a profundizar en su interior, para “experimentar niveles más sutiles de la mente y el intelecto y adentrarse en ese océano de conciencia pura.”
Publicado por primera vez a mediados de la década de los 2000, la reciente edición de Reservoir Books añade dos entrevistas de David Lynch con Paul McCartney y Ringo Starr, a propósito de la meditación trascendental, donde los otrora Beatles cuentan sus experiencias cavilando en la India, concretamente en Rishikesh, junto a mismísimo Maharishi Mahesh Yog, gurú y fundador de esta disciplina.
Con sus apenas 143 páginas, Atrapa el pez dorado se convierte en un ensayo poderoso, donde David Lynch revela sus ideas sobre el cine, el arte, la música, la religión, el sentido común y la dualidad peligrosa del éxito (o el fracaso), mientras narra anécdotas del rodaje de sus películas y las sorpresas inesperadas, que se convierten, algunas veces, en agradables accidentes.
“Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas. En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos.”
Como es bien sabido, Lynch primero se interesó en la pintura, pero fue mientras preparaba una obra sobre el verde de la naturaleza emergiendo de la oscuridad, que imaginó las posibilidades del cine, para darle movimiento al cuadro.
Presentaría entonces la mítica y surreal Six Men Getting Sick (1967), el cortometraje animado con el que se ganaría la atención escolar y que lo dejaría con ganas de más: “Y así comenzó a rodar la bola. En adelante, solo me topé con semáforos en verde. Poco a poco, me enamoré del medio cinematográfico.”
Después vendría Cabeza borradora (1977) (su película más espiritual, según el propio Lynch, y la cinta favorita del gran Stanley Kubrick, por cierto), que sería solo el inicio de unas de las filmografías más aplaudidas e influyentes en la industria.
David Lynch no se detiene. En breves pero concisos apartados, salpica su creatividad desbordante y el optimismo que le dejó durante su vida la meditación trascendental: “Me entusiasma estimular la unidad. Y creo que la estimulación de la unidad trae consigo una vida mejor. Tal vez la iluminación todavía quede lejos, pero se dice que cuando caminas hacia la luz, a cada paso que das, las cosas brillan más. Para mí, cada día es mejor”.
Lamentablemente, este gran artista norteamericano falleció el pasado 15 de enero, dejando una tremenda herencia cultural. Atrapa el pez dorado: Meditación, conciencia y creatividad es parte imprescindible de ese legado. Se trata de un libro que propone nuevos hábitos y experiencias distintas, algo parecido a lo propuesto por Alejandro Jodorowsky y su Psicomagia (2005), obras capaces de alterar vidas enteras.