Por: An Loah.
Despierto un día cualquiera. De nuevo la resaca con el olor a sangre y contaminación en la calle. Ahí me tienes con un trago de ron para el frío. Abro la ventana y el humo que emana de una alcantarilla me hace pensar: “Nos estamos yendo al carajo todos, este planeta tiene calentamiento global por tanta sangre derramada. Está caliente de humanos y máquinas”. Las calles ya no son las mismas que las de hace algunos años atrás, cuando aún era niño. La lluvia se disfrutaba, tenía ese toque de romance; ahora, sólo es un caos en las ciudades, porque hace que la mierda flote de las coladeras.
Antes pasaba algo tan irónico que parecía un micro relato de una tragicomedia: “La lluvia no cesaba del cielo, tocaba la tierra. Es la penuria de la humanidad”. El sol antes lo podías combatir comprando un jarrito o un jugo de naranja y no pasaba de que te hiciera sudar el culo, pero ahora el sol hace que la gente mute su piel, los polos se deshielan y, al igual que la lluvia, quizás provoque la muerte de más de una especie.
El humano está acabando con los días de verano en las playas y las hojas secas de otoño. No soy uno de esos que se jacta de saberlo todo, pero ni ellos mismos comprenden lo que en verdad está pasando porque de ser así, dejarían de estarse rascando la panza.
Por lo que alcanzo a comprender sólo hay asfalto por allá, asfalto por acá, basura en el aire, árboles convertidos en papel verde con más valor que la propia vida. Lo que llego a percibir es que la estructura cerebral más desarrollada de la humanidad pareciera que está involucionando, aunque muchos expertos dicen que es la Era del hombre más allá del homo sapiens sapiens. Tanta maquinaria y deforestación de bosques, aniquilación de ríos, humareda dañando la atmósfera, este solo hecho revuelve las vísceras al saber que el súper-sapiens quiere conquistar al planeta y desaparecer el ciclo de vida. Eso podría explicar la sospecha de una miopía del futuro y por ende la falta de razonamiento.
Odio tener que pensar tanto, me gustaría estar feliz sin cuestionar algo que va más allá de mi alcance y me deja intranquilo.
Prendo la tele sin sonido, me aturde el relato amarillista, pero prefiero ver que la tele esta prendida a sentirme solamente con cigarrillos y bebida. Alcanzo a leer el encabezado “¡Green, go! deja muertos por petróleo”. Pongo mi reproductor de música y escucho decir “la tecnología nos calienta el cerebro y nos enfría el corazón”. Tomo otro trago de ron para quitarme el mal sabor de esas palabras, una mueca se me sale de mi pensamiento.
Dicen del cambio climático y culpan a las máquinas, como si ellas existieran así porque si, o haber nacido del agua o del maíz. Dicen que la tierra no resiste, como si ella fuese un retoño que sólo llora y no aguanta más las palmadas en la espalda. Mi risa que se ahoga con el trago me hace escupir tosiendo el ardor de la garganta, me desgasta y sólo me quedo en mi sillón, pensando que será para el 2040. Me quedo dormido.
…
Prendo un cigarrillo, miro como se consume después de la primera bocanada de humo y me aborrezco por contradecir lo que pienso con lo que hago. ¨- ¡Mierda! Soy uno de ellos-¨. El frío abraza a la ciudad, es verano, pero se siente la soledad y nostalgia de diciembre con todo y sus abrigos. Los días pasan, las horas, los años, los segundos, los meses, los minutos, ya no hay primaveras y en la calle el aire huele a muerte. El humano ya no razona, solamente aprende trucos nuevos.