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Jorge Carrión: «La escritura de ficción es egoísta»

El escritor catalán presentó en Puebla Las Huellas, una obra que reúne las cuatros novelas que conforman un universo distópico que reflexiona sobre los cambios que contrajo la transición entre el siglo XX y el XXI.

El pasado 24 de agosto de 2024, el escritor Jorge Carrión estuvo en Profética, casa de la lectura, para presentar su más reciente libro: Las Huellas (Galaxia Gutenberg, 2024), una obra donde se reúnen las cuatros novelas que conforman un universo distópico que reflexiona sobre los cambios que contrajo el paso del siglo XX al XXI.

Quise dejar un registro de su paso por Puebla y preguntarle sobre Las huellas, pero también sobre los temas que le apasionan y están presentes en toda su obra narrativa.

Tu tetralogía Las huellas es un claro ejemplo de que no todo está dicho en la novela y aún existen demasiados campos por explorar; en algunos casos hiciste un ejercicio inverso: pasar el lenguaje propio de las series de streaming o televisivas al literario. Cuando estabas escribiendo las novelas que conforman este universo, ¿pensabas en algún lector ideal?

Creo que la escritura de ficción es egoísta, al contrario que el periodismo, que es por naturaleza generoso. No pensaba en nadie. Intentaba encontrar en la propia escritura vías de investigación, de disfrute, de descubrimiento. Y sobre todo construir una estructura, llena de interconexiones y ecos, que hiciera que las cuatro novelas fueran en realidad un único gran artefacto. Fue en el proceso de corrección y edición cuando entendí que los momentos, las escenas, las ideas, los personajes que más me habían emocionado también podrías emocionar a un hipotético lector. A modo de extraños espejos.

Las obras reunidas en la tetralogía fueron reunidas acorde a cómo fueron saliendo originalmente, pero su genealogía tiene otro orden u otro sentido, según comentaste en tu presentación en Puebla. ¿No pasó por tu cabeza ordenarlas acorde en tu cabeza estaba estructurada?

Las escribí en el orden en que están ahora reunidas. Siempre fue así en mi cabeza. Primero Los muertos, como núcleo, como corazón, como detonante de un doble mundo: el de los muertos de la ficción y el de quienes crearon la serie Los muertos, George Carrington y Mario Alvares. Después Los huérfanos, que explora lo que ocurrió años y décadas después en esa realidad de Carrington y Alvares; y Los turistas, que viaja al pasado, en 1999, para retratar el estricto cambio de siglo, la época en que ambos se conocieron. El epílogo es Los difuntos, una precuela de Los muertos que nos recuerda que ese mundo o purgatorio ha existido siempre. La ficción siempre ha convivido con su sombra o su más allá.

En esta tetralogía, aparecen todos los temas que te han interesado: la relación del Ser humano con las tecnologías y cómo esto ha contribuido a la perdida de la memoria y las relaciones personales. ¿Consideras que estamos condenados a la deshumanización o aún tenemos oportunidad de aplicar un va de retro Satanás

La hominización siempre fue bestial. La humanidad siempre fue en parte deshumanidad o inhumanidad. La idea de fondo de Membrana es que siempre fuimos tecnohumanos, como dicen las narradoras: “luz tan sombra”. James Lovelock murió defendiendo la idea de que la IA es la puerta al Novaceno, una nueva era, superhumana. Quién sabe. Siempre que imaginamos el futuro nos equivocamos.

Aunque tu tetralogía está lejana de ser una novela histórica, pensando en que buscaste registrar o retratar el cambio que el mundo ha sufrido del siglo XX al XXI, ¿podríamos pensar en una suerte de nuevo género?

Estos días he pensado mucho en El mundo de ayer, de Stefan Zweig, esas memorias sobre el cambio del siglo XIX al XX. Mediante el laboratorio privilegiado de la novela, supongo que hice una operación parecida. Pero sin nostalgia. Sobre nuestro cambio de siglo o de época o de era. No soy historiador, pero como a Ricardo Piglia sí que me interesan las genealogías, y Las huellas del título son las de la historia del viaje y el turismo, la memoria individual y colectiva, las tecnologías que median entre nosotros y el mundo, y las de dos personajes que soñaron con hacer una obra maestra, la hicieron, y sufrieron las consecuencias.

Hace unos días documentaste en X (antes Twitter) que a raíz de la pandemia, notaste un cambio en las librerías: aumentaron las secciones de Tarot, espiritualidad, esoterismo y psicología. Considerando que tus universos ficcionales fueron publicados antes del auge de las redes sociales o del fortalecimiento de los discursos de derecha, ¿no has pensado que tu tetralogía transmuto a una especie de oráculo?

El futuro siempre existe en ciertas zonas del presente. Intento detectarlas en mis proyectos. En Los muertos aparece una pandemia; en Los huérfanos un gran apagón; en Membrana, Israel es el primer país que mata automáticamente a través de IA. Pero no me interesa la profecía ni el oráculo, aunque el tarot tenga detrás una fascinante historia cultural y artística.

¿Son el arte y la literatura, actualmente, ejercicios de resistencia social?

El arte, la cultura, la belleza y la crítica son tanto formas de resistencia como formas de afirmación. Es casi imposible pensarlos y ejercerlos desde afuera del capitalismo, si no imposible del todo. Tienen un efecto placebo. Nos hacen sentirnos importantes. Son grandes ficciones, formas de fe. Pero te confieso que a mí me sirven para intentar darle sentido a mi vida.

¿Ir a una librería o a una biblioteca podría considerarse una especie de acto de protesta?

Cada cual vive una relación distinta con sus librerías, desde la terapia hasta el turismo cultural, pasando por la acción política, la necesidad, el ocio o el simple consumismo. Mi relación me recuerda a la que mi madre y mi abuela tenían con la misa: un cierto recogimiento o desconexión o alivio.

Aunque año con año se vaticina la muerte del libro impreso y otra serie de catástrofes, sospecho que la pausa pandémica generó más lectores. ¿Qué opinas al respecto?

La pandemia nos recordó nuestra necesidad de tacto, de mundo físico. Reforzó el libro en papel, por tanto, y a las librerías. Hay que ver si el efecto es duradero.

Por Fredo Godínez

Gestor cultural, poeta y tarotista. Lector empedernido y apasionado por el Esoterismo y el mundo simbólico. Reseñista de libros y teatro.

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