Dime, si tu corazón estuviese lleno de lo que dices que tienes, entonces, ¿qué harías? Porque yo confieso que, después del despojo, solo esta herida llena de vacío es lo único que poseo entre los dedos.
¿Te olvidaste de lo que sentíamos por dentro? ¿En qué esquina del mundo dejaste olvidado los roces de mis manos sobre tu piel? Si hasta conocía el número de lunares en tu brazo izquierdo. ¿Te olvidaste de que estaba viva? ¿De qué mi corazón latía? ¿De qué manera desechaste todo aquello de lo que te hablaba?
La historia que vives no se parece a mi pequeña ciudad: apenas una presa con mesas en su costado, después tu sonrisa, más tarde la autopista, tus manos en el volante y las mías recorriendo tu cuerpo.
Voy a respirar y a pretender que te odio.
A fingir que en serio lo hago.
Tal vez algún día cierre los ojos y cuando los abra, lo haga.
La belleza volverá,
la marea con dirección a algún sitio, volverá.
Sigue navegando, dulce colibrí.
Sigue remando, no vayas a parar.
Has llorado lo suficiente que esta habitación se ha inundado, saldremos por las rendijas y los filos de las ventanas rotas.
El aire no va a cesar.
No dejes de remar, te prometo que a él no le importa un carajo tu corazón roto, la frivolidad de Narciso solo lo ha enceguecido.
Maldito ladrón de anhelos incomprendidos.
Desgraciadas lealtades que le hemos jurado a un corazón ajeno que apenas y nos percibe más relevantes que el polvo.
Sigue remando, después nos encargaremos de la oscuridad.
El fantasma de su silueta,
el aroma en el auto,
sus manos al volante.
¿Quién era él en el reflejo de mis ojos?
¿Quién es él en el reflejo de sus fantasmas?
¿Quién queda detrás de todo su espectáculo?
Sigue sonriendo dulce colibrí, la tormenta se aproxima.
Su mirada tranquila en el camino de la carretera,
sus mentiras,
todas sus mentiras,
sus fachadas,
solo para encajar a los ojos de quien lo mira.
Sigue remando.
Ojalá te congelaras tal como tienes congelada el alma,
¿quién te amarró la humanidad dentro de la jaula de tu cuerpo?
La bruma,
la maldita bruma ha vuelto,
sigue remando, entraremos a mar abierto.
Suspira, rema
inhala, rema,
exhala rema.
Ahógate con la arena en el desierto,
quémate con la sal del mar dentro de las entrañas,
extrae los cuervos nacientes de tu cráneo,
recorreremos el océano atascado en una botella,
el mar recorriendo tu tierra, absolutamente ebria de nostalgia,
embriagada de miedo en esta luz de mediodía.
Respira, solo es el maldito otoño, solo es mi mes favorito.
La ausencia no para de tener un corazón abandonado,
el olvido sabrá que existimos,
y la habitación diecisiete,
la sala escondida en medio de la noche,
los pasos anónimos de afuera,
la presa y sus mesas al costado,
tu auto,
mi auto,
los árboles en mi calle,
ecos de lo que escondemos,
la oscuridad y un par de tragos compartidos.
Apenas hombre retorcido arraigado a lo perverso.

