El siguiente texto es el resumen de la última entrevista que dio Albert Cabrera.
Mmmm, bueno, sí, creo que desde ese día quise ser piloto. Te cuento: cuando era pequeño mi madre solía sacarme a pasear por las tardes, decía que eso iba a calmar mis constantes destrozos en el hogar. Con el tiempo me resulta extraño, porque no paseábamos. Simplemente recorríamos las mismas calles y ella entraba a la misma casa todos los días. Yo me quedaba en el portal de la casa a esperar que saliera mi madre jadeante y chapada.
Una de esas tardes de paseo, fue que decidí abandonar mi vigía, para ir a la heladería de enfrente. Pedí un helado de fresa, me gusta mucho el helado de fresa. De pronto, de la televisión montada en la pared comenzaron a brotar rugidos. Rugidos furiosos, altos, dolorosos para los oídos. Entonces los vi. Vi a esos hombres bajitos con el cuerpo protegido por corazas plásticas, domando una bestia metálica que en cada curva amenazaba con huir.
Me voló la cabeza que a ninguno se le veía el rostro, estaba tapado por otra coraza, protegiendo la suave pulpa que existe cráneo adentro. Lo único que veía de ellos era el número que portaban en la espalda y el pecho, esa era su única bandera. Héroes anónimos para quienes, como yo, no solían ver las carreras.
¿Cómo? Ahora te digo, déjame te termino de contar esto. Por aquél entonces mi color favorito era el rojo, y liderando la carrera iba uno de aquellos centauros modernos decorado de rojo. Y cuando alguna otra bestia se le acercaba, él arrojaba la suya, sin un ápice de miedo, para impedir que lo rebasara. Le daba igual perder el control, dañar a la bestia, dañar al otro jinete. Para él solo existía la bandera de cuadros que estaba a unos metros.
Cuando vio la bandera ondearse, hizo bailar a la motocicleta. La hizo andar en una sola rueda mientras saludaba al público, como un gladiador que acaba de ganar la vida, al menos por una batalla más. Después, para él y para mí, todo fue éxtasis. Él bebía champaña acompañado por hermosas mujeres, mientras le ponían una medalla. Yo terminaba mi helado mientras mi madre entraba a la heladería y me daba un bofetón.
Espera, ahora hablaremos de carreras, te lo prometo. No recuerdo el dolor del bofetón, pero sí recuerdo el gusto por la gloria ajena. Tampoco recuerdo el rostro de mi héroe vestido de rojo, pero sí el inmenso número que le decoraba el pecho: el treintaiseis, el tres y el seis, el 36. Número perfecto, uno es el doble del otro y uno es la mitad del otro. La perfección del todo. Tocar la gloria conlleva esos detalles. Bajo ese casco imaginaba que estaba yo.
Al volver a casa y después de la tradicional golpiza de mi madre, me metí al cuarto y encendí la televisión. Pasé canales hasta que encontré uno en el que reconocí los rugidos. Fueron horas las que pasé viendo a mis nuevos héroes bailar con la muerte. Vi sus caídas, sus huesos rotos, sus peleas a puños, sus cascos, sus adornos. Todo lo hice mío.
En fin, ese fue el día que decidí ser piloto.
Querías una buena entrevista ¿no? Pues déjame contarte todo. Al día siguiente vi a mi padre y le dije que quería ser piloto. Por supuesto, me lo cuestionó. Le expliqué y no sé si me entendió, pero me dijo que por mi cumpleaños me compraría una moto pequeña. Mi padre siempre fue una persona de palabra y como tal, en mi cumpleaños recibí el regalo.
Quisiera evitar el facilismo de lo que diré a continuación, sin embargo no encuentro otra analogía, otras palabras. Los años siguientes pasaron tan rápido como las carreras, es el maleficio del piloto, la vida se convierte únicamente en una sucesión de concreto. Recuerdo las pistas, los rugidos, a mi padre gritándome indicaciones, los cascos, el sudor, recuerdo las caídas, la sangre, los golpes, el sonido de los huesos al romperse, las lágrimas de mi madre en sus esporádicas visitas a las pistas.
Esteee, no, a mi padre nunca lo quebró el pensamiento de la posibilidad de mi muerte. Por supuesto que se ponía nervioso, se arrancaba las cejas, las pestañas y se le terminó de caer el pelo, pero, ni las veces que me vio tendido, sangrando en el suelo, me pidió que parase. Pasaba horas viendo a otros pilotos, para darme consejos y mejorar mi estilo. Veía una y otra vez mis carreras para detectar el momento en el que había perdido o había ganado.
Y bueno, con mi madre todo fue distinto. El día que mi padre me regaló la pequeña bestia, se enfureció y pelearon por horas. Él evitó una de sus tundas. Cuando llegaba a casa con raspones, respondía con lo mismo. En mis primeras visitas al hospital, gritaba y me recriminaba hasta que los doctores la sacaban de la habitación. Al principio iba a las pistas, pero no toleraba la tensión de las carreras y paró de ir. Le dediqué mi segunda victoria, la bañé con champaña y cuando volvimos a casa se me fue encima. Amor de madre me dijeron por ahí. Murió el día después de que ganara mi tercer campeonato. Pero eso lo contaré después.
En fin, siento que hasta ahora solo he hablado sobre mis padres y en realidad no he dicho quien soy yo. No es por malicia ni por misterio, lo juro. Es porque a pesar de tanto, a pesar de los anuncios, los podios, las firmas de autógrafos y entrevistas como esta, no lo tengo claro aún. Es difícil saber quien eres cuando en la televisión aparece una persona con tu rostro promocionando una bebida energética que no consumes. ¿Soy ese o soy el que piensa que no reconoce al de la bebida? Es decir: ¿Soy quien quieren que sea o el que no sabe quién es?
Ahora sí, vamos a lo que tu público quiere saber. Después de la primera carrera que gané, decidí que es lo que quería hacer por el resto de mi vida. Por supuesto que hay varios motivos y contaré algunos, pero no todos, porque uno tiene que mantener algo en secreto, dicen que la leyenda nace de lo que no es conocido. Uno de ellos, y quizás el mas importante, fueron (y siguen siendo) las mujeres. Me fascinaron las miradas lascivas fijas en mí mientras la champaña me mojaba el cabello. Después de cada victoria venían a montones, de todos los tamaños, colores y tallas. Y yo soy débil ante el género femenino.
Otro de los motivos es (ahora es mas bien era) molestar a mi madre, es (era) una de las únicas formas de mantenerla cerca. Como conté antes, se me tira (tiraba) encima después de ganar. Cada vez que gano (ganaba), le llamo (llamaba) por el teléfono, solamente para escucharla insultarme, por jugar con mi vida, por jugar con sus nervios. Me da (daba) consuelo saber que ve (veía) mis carreras y terminando, sus insultos, me dan (daban) motivos para ganar la siguiente carrera. Por cierto, se me olvida mencionar que la única comunicación que tengo (tenía) con ella es (era) en esos instantes. Ganar significa (significaba) tenerla un poco mas cerca.
El último motivo que mencionaré aquí es el siguiente: el túnel. Cuando subo a la moto y acelero, es cuando aparece. No hay nada más. El piloto de adelante es solamente un trámite, tengo que rebasar, porque si no, la sensación de que existe, y me refiero a que literalmente exista, es cada vez mas real. Si no es real, no me interesa hacer lo que sea, incluido tirarlo de la moto, con tal de permanecer en el túnel. Ahí no hay muerte, es imposible, no hay forma en que esta danza termine con mis sesos regados por el suelo. En el túnel todo cobra sentido, desde las palizas de mi madre, hasta los huesos rotos y las veces que alguna mujer me reventó el pecho. Todo es motor, todo es combustible. La furia y el rencor como motivo para acelerar mas que los demás, cueste lo que cueste.
¿Cómo? No, nunca. La idea de la muerte no me afecta en realidad. No por desprecio a la vida o a la muerte. Es mas sencillo y menos filosófico. Morir en la pista es en realidad la única muerte que dignifica a un piloto. Es morir por una estupidez, morir por dar vueltas mientras algunos cantan tu nombre. Pero es eso. A veces, los violentos bramidos del motor son sustituidos por tu nombre, y si mueres mientras eso sucede, la sucesión de fonemas que hacen el nombre se inmortaliza en sus labios. Se convierte en algo sagrado, casi impronunciable, que es lo que perpetúa los nombres: la prohibición de decirlos.
Regreso al tema. Lo terrible de la muerte es que hay que morirla. Mientras que la vida hay que vivirla, y vivirla involucra la carrera de la semana que viene, involucra la entrada en el momento exacto a los pits, involucra estas entrevistas, involucra los líos, las caídas los huesos rotos y el miedo a perder la vida misma. La muerte, la inmediata quiero decir, es menos cruel, es solamente el breve instante en el que se muere. Al entrar a la curva eres, después ya no. La tragedia es ajena y no propia.
Por supuesto, te contaré sobre él, con todo gusto. Hablaremos sobre mi héroe vestido de rojo. Bueno, cuando yo gané mi primer campeonato, él anunció su retiro. Lo odié por eso. Quitó todos los focos que yo había ganado sobre la pista, para anunciar que el no podía más, que se iba a su inmensa casa en Mónaco a cuidar de sus hijos y pasar tiempo en familia, porque empezaba a tener miedo. ¡Qué sujeto! Tanto correr para terminar haciendo eso. Escogió renunciar a esta vida, la del piloto y eso es otro tipo de muerte. Ahora lo entiendo de una forma diferente, como explicaré mas adelante, aunque sostengo eso último.
Me apuro, perdona, tenía tiempo que no hacía una entrevista tan larga. Te decía. Después de su retiro y a forma de venganza, yo heredé el número que me enamoró. El treintaiseis, el treinta y seis, el tres y el seis. Fue un escándalo: la prensa decía que yo era apenas un novato, que no podía usurpar el número de una leyenda. Poco me importó, me hice campeón mundial cuatro veces más con el número y ya nadie recuerda que él fue el primero en usarlo. Digamos que ahora yo soy el doble del primer número de este número de dos. Así es esto. Ahora yo soy él, o mas bien, ya no hay él, solamente yo. Y eso es otro tipo de muerte: el olvido. Sin embargo, él la eligió, y está conforme con ello.
Ah claro, continúo con eso, se me olvidaba. Decía que ahora lo entiendo diferente porque con el tiempo mi héroe se convirtió en mentor. Más que enseñarme sobre motos, técnicas para tomar curvas o como obtener más velocidad en las rectas, me enseñó a tomarme en serio, pero no demasiado. Si no tomo en serio lo que hago, me olvido de la moto y mis tripas quedarán de adorno sobre la pista. Pero, si me tomo demasiado en serio, soy solamente el casco, no soy mi rostro. Cuando entendí eso, dejé de querer ser inmortal. Ahora creo que tampoco me molestaría que alguien llegara y, tras mi retiro, se quedara con el número perfecto, y me convirtiera en la mitad del segundo dígito de este número de dos, ahora de tres.
¿En que otro momento? Bueno, si lo pienso también perdió seriedad y sentido cuando murió mi madre. Es que dejó de haber un motivo para ganar, o por lo menos, para ganar tanto, para destrozar a la competencia. Dejé de ser tan duro conmigo, me permití quedar en segundo lugar, comer una hamburguesa de vez en cuando, alargar las vacaciones y hasta quedar fuera del podio. El túnel cambió, ya no era el del principio, perdí el combustible del odio o el rencor, porque ella ya no estaba. Tuve que buscar otros, menos duraderos y dolorosos. Cuando me daban el trofeo de primer lugar, junto a la champaña, la champaña dejó de ser amarga y el trofeo brillaba el doble. No me comía por dentro el tragarme sus insultos cuando terminara de bañarme de gloria. La gloria era solo eso: gloria y no hay cosa mas horrible que la gloria a secas, sin motivo.
Emmm, claro que mi padre siguió ahí. Estudiando las pistas, viendo en qué lugares mi estilo de pilotaje me podía llevar a pintar de carmesí el asfalto. Las estudiábamos juntos por horas, en las que me regañaba por ser demasiado temerario en algún adelantamiento. Le encantaba hacer ruidos imitando los nuevos motores que empezaron a probar hace poco y burlarse de los demás pilotos, porque, según él, ninguno era capaz de ganarme en una carrera con motocicletas iguales. Si se nota que ahora hablo de él en pasado o en pretérito o en como se llame, es porque murió antes del comienzo de esta temporada. Lo extraño, y estoy muy asustado cada vez que llego a un circuito, aunque lo conozca como la palma de mi mano, porque sus consejos ya no resuenan como un bolero cuando llego a las curvas que tanto le asustaban.
Pero me consuela que murió tranquilo y de viejo. Que estuvo en todos los campeonatos que he ganado hasta ahora, que se hartó de champaña, de gloria y de orgullo porque el niño al que le cumplió la promesa de regalarle una motocicleta convirtió ese regalo en un boleto a la historia de esta risible estupidez que es jugarse la vida por dar vueltas en una máquina potenciada por gasolina.
Otro consuelo es que tuvimos un último repaso de las pistas que entraron en el calendario de esta temporada. Unos días antes de su muerte me dijo que tuviera cuidado con las nuevas curvas en La Habana. Me consuela también que le di un beso mientras exhalaba los 21 gramos de su alma y que todo lo que hice, lo hice por y gracias a él.
Sobre la siguiente carrera: Dije que tuve que encontrar otros combustibles, aunque afirmar que los encontré es una exageración. Ahora solo pienso en ella, que es justamente en La Habana. Pienso que puedo ganar el sexto campeonato, que puedo dedicársela a mi padre, si tengo cuidado con las curvas, que puedo perdonar a mi madre, porque es el sexto campeonato, que es el cuadrado del tercero. Siento que mi madre podrá insultarme tranquilamente desde donde sea que esté, porque logré hacerlo el cuadrado de veces que cuando ella alzaba el teléfono. Podré retirarme con la tranquilidad de que inmortalicé el seis del tres, que permaneceré siendo el doble y no la mitad de lo que pude ser. Que la gloria se teñirá de magia porque todo estará cerrado, el número perfecto terminará de serlo y yo podré al fin, descansar. No, nada que agradecer. Gracias a ti.
¡Estimados televidentes! Sean ustedes bienvenidos a la primera edición del Gran Premio de La Habana. Les saludamos desde la cabina de narración ubicada en el Hotel Capri este mítico hotel que construyeron Meyer Lansky y sus socios. En cuanto termine este CARRERÓN haremos una visita por la hermosa piscina construida por Santino Macelli, vaya nombre, por cierto, mejor conocido como el carnicero del Bronx, pero bueno, no les presumo más e iremos directamente a RELATAR una de las mejores carreras de los últimos tiempos. Llegamos a esta, la penúltima carrera de una tensísima temporada, con posibilidades de tener al primer seis veces campeón del mundo. Si el piloto queda entre los primeros cinco lugares, se coronará campeón del mundo y será el primer hexacampeón de la historia. Así que sí, querido televidente, usted está a punto de presenciar H-I-S-T-O-R-I-A. Verá al mejor piloto de motocicletas de la historia, acabar con el debate sobre eso. Si lo logra no habrá duda, no habrá espacio para debate, se van a acabar las mesas redondas y su nombre será recordado por sus hijos y por sus nietos.
Se los digo casi como un hecho porque hoy, Albert Cabrera, el piloto que más grandes premios ha ganado en la historia de este hermoso deporte motor, arranca desde la pole position. A pesar de los problemas que su equipo, Icaria Racing Team, tuvo con las unidades de potencia, logró arrebatarle el unodós a los favoritos de este fin de semana: Cartuja Motorsport. Es importante tener en cuenta que la motocicleta Icaria tiende a tener problemas en los frenos en zonas de alta humedad como vimos en Malasia hace cuatro carreras, en la que Cabrera tuvo que retirarse de la carrera sin puntuar, esperemos que hoy no suceda eso mism… AHÍ VEmos cómo se alinean los pilotos en sus posiciones de salida, para descubrir, por primera vez, cómo es competir en este intrincado circuito por las calles habaneras. Este circuito es probablemente el más complicado del calendario, no solo por la cantidad de curvas, sino porque la humedad y el calor harán que nuestros 22 pilotos pierdan cerca de cuatro kilos al finalizar la carrera. Además, a los pilotos los acompañarán los violentos cambios de clima en la capital cubana. La corriente del golfo puede traer vientos fríos que ayuden a enfriar motores, o puede traer una tormenta que ponga resbaloso el asfalto, o que no suceda nada y el calor destroce llantas, motores y las mentes de los corredores. Este circuito es el que pone a prueba a los pilotos, tendrán que usar toda su capacidad física y mental. Si alguien puede correr en este circuito y ganarlo es Cabrera, porque este es el circuito que separa a los campeones de los simples pilotos, este es el circuito que separa a los Dioses de los mortales, es donde podrá inmortalizar, por fin, su nombre. Al terminar las 63 vueltas, sabremos si podrá imprimir a fuego su nombre en la historia del deporte, si esta cálida noche caribeña es la que arrope para siempre su leyenda. ¡Y LOS TÉCNICOS HACEN SUS ÚLTIMOS AJUSTES A LAS MOTOCICLETAS, ESTAMOS A INSTANTES DE EMPEZAR EL GRAN PREMIO DE LA HABANAAA! La tensión casi se puede tocar, los nervios están retenidos en las gargantas de los espectadores y pueden verse en la mirada de los pilotos. VEMOS LAS LUCES ENCENDERSE, CINCO. CUATRO. TRES. DOS. UNO. ARRANCAN LOS HÉROES Y SE ABREN PASO EN LA NOCHE DEL CARIBE. Cabrera logra retener a Caliafiori y llegará A LA PRIMERA CRUVA COMO LÍDER DE LA CARRERA. Llegan pegadísimos, CABRERA LOGRA CUBRIR BIEN EL ESPACIO A LA IZQUIERDA y sale de la curva intacto y como líder. ACELERA EN LA RECTA Y COMIENZA A SEPARARSE DEL ITALIANOOOOO. Parece que tiene todo para poder coronarse hoy, que las estrellas se alinearon, que los ingenieros hicieron su trabajo, que el piloto hizo su trabajo, PARECE QUE LA NOCHE CUBANA VERÁ UNA ESTRELLA ASCENDER HACIA EL COSMOS. Cabrera sigue ampliando la diferencia con Caliafiori, que se queda un poco atrás en las rectas. Icaria Racing Team hizo un magnífico trabajo para solucionar el problema que estaban teniendo con las unidades de potencia. Cabrera NO SE PUEDE CONFIAR PORQUE AHORA, EN LA CUARTA CURVA DEL CIRCUITO, CALIAFIORI SE LE PEGA Y PARECE QUE A LA IZQUIERDA EL ITALIANO SE LE CUELAAAAAAA Y CABRERA DEFIENDE COMO UN LEÓN Y PREVIENE QUE LO ADELANTEN. VAYA INICIO DE CARRERA ESTAMOS TENIENDO SEÑORAS Y SEÑORES, VEMOS A UN ALBERT CABRERA INSPIRADÍSIMO EN LA DEFENSA, ESTO ES UN CAMPEÓN DEL MUNDO, ESTO ES UN HÉROE, ESTO ES UNA LEYENDA VIVA DEL DEPORTE MOTOR. Ahí avanza hacia la quinta curva, Caliafiori se acerca de nuevo, pero no lo suficiente para rebasar, parece que intentará rebasar a Cabrera en la recta previa a la sexta curva SE ACERCA SE ACERCA SE ACERCA Y POR VELOCIDAD PURA LO REBASA [Padre celestial, soy tu humilde servidor] VEMOS AL CINCO VECES CAMPEÓN PELEAR DE VUELTAAAA, ENTRAN EN LA CURVA NÚMERO SEIS Y CALIAFIORI PONE LA MOTO A LA DERECHA. NO LOGRA PASAR CABRERA, SALEN A LA RECTA QUE DESEMBOCA EN LA META. EL PENTACAMPEÓN SE PEGA AL ITALIANO, PARECE QUE LO QUIERE REBASAR ANTES DE QUE SE CUMPLA LA PRIMERA VUELTAAAA. NO LO LOGRA, PERO SE ACERCAN JUNTOS A LA CURVA NÚMERO UNOOOO. [Te presento mi necesidad de esperanza, pues hay momentos en que me siento impotente] CABRERA NO LOGRA EL REBASE. Pero no se preocupen estimados televidentes, este Gran Premio de La Habana apenas comienza, es la primera vuelta, pero ya está llena de… PERDONEN, PERO EL CINCO VECES CAMPEÓN COME METROS Y PARECE QUE EN ESTA SEGUNDA RECTA PODRÁ ADELANTAR AL ITALIANOOOOO, ENTRAN A LA TERCERA CURVA JUNTOSSSSS. FERREA DEFENSA DE CALIAFIORI Y EL NÚMERO TREINTAYSEIS TENDRÁ QUE PELEAR EN LAS SIGUIENTES CURVAS [Hay momentos en que me siento débil. Rezo por esperanza] El primer lugar sabe cómo defender un liderato y está defendiéndose como un grande, del que para muchos es el mejor piloto de todos los tiempos. Aquí pasan nuestros dos pilotos que lideran y SE ESCUCHA EL RUGIDO DEL PÚBLICO. Hasta ahora ha sido una tremenda carrera y el público está extasiado con el espectáculo que están dando estos dos tremendos pilotos. Cabrera empieza a recortar metros antes de la quinta curva [Necesito esperanza para honrar a mi padre, necesito esperanza para perdonar a mi madre, necesito esperanza para poder descansar] y posiciona la moto para hacer una maniobra agresiva de ataqueEEE HACE FINTA A LA IZQUIERDA, TAPA EL ITALIANO Y REBASAAAAAAAAAA POR LA DERECHAAAAAA EL PÚBLICO ENLOQUECE, ESTAMOS VIENDO A UN GENIO DE ESTE DEPORTE. SE SEPARA, SABEMOS QUE LA MOTO DE CALIAFIORI ES MÁS RAPIDA EN RECTAAAA Y LO DEMUESTRA VUELVE A REBASAR QUÉ LOCURA ES ESTA, QUÉ CARRERA. VUELVE A SEPARARSE DEL PENTACAMPEÓN y se dirigen a la sexta curva una vez más, [Algunos dicen que el cielo se hace más oscuro justo antes de la luz] el número treintayseis vuelve a la carga y parece que esta vez lo logrará [Rezo que esto sea cierto, ya que todo parece oscuro] ENTRAN JUNTOS A LA SALIDA DE LA CURVA Y HACIA LA RECTAAAAAA VAN PEGADOS, SEÑORAS Y SEÑORES QUÉ LOCURA, VAN A TERMINAR LA SEGUNDA [Necesito tu luz, Señor, en cada sentido] VUELTA AL MISMO TIEMPO Y NUEVAMENTE PELEARÁN POR LA PRIMERA POSICIÓN EN LA PRIMERA CURVA [Rezo para ser llenado con tu luz de cabeza a pies] CALIAFIORI VUELVE A DEFENDER COMO UNA BESTIA Y SALEN PEGADOS DE LA PRIMERA CURVA, LA BATALLA CONTINÚA EN ESTA LARGA RECTA [Para disfrutar de tu gloria y saber que todo está bien en el mundo] CABRERA LOGRA DESPEGARSE Y ENTRARÁ CON VENTAJA A LA SEGUNDA CURVA, PARECE QUE SE PONDRÁ DELANTE INTENTA EMPUJAR AL ITALIANO CON UNA MANIOBRA BASTANTE ARRIESGADA Y ACELERA MIENTRAS ESTÁ EN CURVA. ESTO SEÑORAS Y SEÑORES ES EL APETITO GANADOR DE ALBERT CABRERA, PIERDE UN POCO EL CONTROL DE LA MOTO, PERO SE MANTIENE [Como has planeado y como quieres que sea] ARRIBA DE LA MOTO. TELEVIDENTES ESTÁN VIENDO UNA CARRERA HISTÓRICA, DIGNA DE QUEDAR EN LOS LIBROS, QUE SE RECUERDE PARA SIEMPRE. NUESTROS DOS CONTRINCANTES SE ACERCAN A LA TERCERA CURVA Y EL CINCO VECES CAMPEÓN ACELERA PARA SEPARARSE, BAJA SÚBITAMENTE DE VELOCIDAD [Ayúdame a caminar en tu luz, y vivir mi vida en fe y gloria] Y ACELERA DE GOLPE, SALE A LA DELANTERA Y ENTRA A LA RECTA CON UNA VELOCIDAD INFERNAL, SE ACERCA A LA CUARTA CURVA Y NO PARECE QUE VAYA A FERNAR VAMOS A VER COMO RESUELVEEEE [En tu nombre rezo, Amén.] DIOS MÍO QUÉ CAÍDA TAN FUERTE, EL TREINTAYSEIS ACABA DE SALIR DISPARADO Y ESTÁ TENDIDO EN EL SUELO. DIOS MÍO SEÑORAS Y SEÑORES, LOS MÉDICOS LLEGAN CORRIENDO, SE PUEDE VER SANGRE BROTANDO DEL CAS… [FIN DE LA GRABACIÓN].
***
Notas del editor:
Santino:
1. No me gustan los cambios de voces y de tiempo cuando el piloto habla. Me parece que cuando estás contando algo se deben de respetar los tiempos verbales, porque si no, no es literatura en realidad. Intenta arreglar eso.
2. Algo que me incomoda es que no terminamos de saber todo lo que pasa detrás de la mente del piloto. No sabemos mas que el hecho de que su mamá lo golpeaba. Eso no da para justificar un cuento en el que terminas hablando de la muerte. Hay que tratar de darle profundidad al personaje.
3. No entiendo de donde sale el rezo que metes a media narración ¿Es el piloto? Me parece que sobra y de hecho rompe con el ritmo que por fin habías conseguido.
4. Quizás deberías recortar las respuestas. A nadie le dan tanto tiempo para hablar en una entrevista.
5. Casi me olvido. No puedes cambiar de tiempo y tratar de resolverlo con paréntesis. No estás cambiando la historia con eso y resulta incómodo de leer, porque no lo vuelves a usar después. Hay mejores formas de hacer eso mismo.
6. NO me gustan las letras y números sueltos al final. No hay que ser tan experimental. Es innecesario.
7. Es una pregunta: ¿Todo lo anterior sucedió de verdad?
Saludos.
Pedro Herbert.
Director editorial de Revista Cuarteles.