En el marco de una fotografía
yacen los restos
de gente que pisó mis tierras.
De gente que cuya voz
ya no puedo recordar,
ni su aroma, ni su caminar.
Las tardes que pasé junto a ellas
se han convertido
en un reflejo en el agua.
Que se extraviará cuando
por fin salga el sol.
Mientras tanto,
quedan en la pared,
simulando su propia muerte.