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Los caminos del odio

A las 21:00 horas un hombre dispara en la cabeza a Cristina Fernández de Kirchner. Es el día 1 de septiembre de 2022, un posible punto de inflexión en la agitada vida política argentina de los últimos días. Las imágenes de televisión muestran como la vicepresidenta se agacha ante el sonido del arma encasquillada que porta Fernando André Sabag Montiel. La pistola tiene cinco balas en su interior. 

Las democracias del mundo se están viendo amenazadas por estos ataques, que haciendo un uso imperioso de las palabras podríamos categorizar de atentados.

En los últimos años estamos asistiendo a un grave problema en los medios de comunicación. Empecemos con lo más elemental: el uso de las palabras. ¿Estamos ante un problema semiológico? A lo largo de los países hispanohablantes se repite la mecánica de intentar eludir llamar a las cosas por su nombre. No hablamos de asesinatos sino de muertes, como si una persona se muriese sin más cuando es alguien quien ha cometido la acción de matar. 

De esta premisa pasamos a otra, ¿cuáles son los límites éticos de las empresas periodísticas? –si es que los tienen–. La violencia no se puede edulcorar con palabras bonitas. No existe inocencia. Los discursos de odio proliferan. En un estado democrático hay posturas que  atentan contra el propio sistema, no se pueden tolerar. Blanquear al fascismo es parte del negocio. 

Hay un tweet que inserto aquí debajo de Gerardo Tecé que considero la mejor esquematización de lo que ocurre en estos tiempos: 

1. Sembrar odio y fakes desde sus altavoces, los grandes medios

2. Deshumanizar al rival político

3. Politizar la justicia

4. Atizar el fuego hasta que un perturbado actúa

5. Asegurar sin pruebas que es un montaje de la víctima

Funciona igual en Argentina, España y Pernambuco.

El modus operandi. Esto me lleva a lo siguiente:  

https://www.clarin.com/opinion/alguien-calmarla_0_4TCFPIQb0S.html

https://seniales.blogspot.com/2015/02/repudian-otra-tapa-de-noticias-sobre.html

https://noticias.perfil.com/noticias/general/2012-09-07-el-goce-de-cristina.phtml

https://noticias.perfil.com/noticias/general/2012-09-07-el-goce-de-cristina.phtml

Estas portadas de medios de comunicación son formas de ejercer violencia e, incluso, se podría señalar que la expresan en el plano de género. Son discursos basados en el odio y esto solo genera y reproduce más violencia. 

Sabemos bien que después de una gran epidemia, le sigue una crisis financiera y una guerra. Actualmente, tenemos muchos frentes abiertos en el mundo pero el que copa todas las portadas es la guerra de Ucrania. En un contexto como el que estamos viviendo y repitiendo la famosa frase: «La historia es cíclica», no hay más vuelta de hoja. Así es, hablo del auge del fascismo. 

He leído bastante que es lo que está ocurriendo en la Argentina: las manifestaciones de apoyo, según los medios de comunicación hegemónicos, son actos pagados a los que la población va condicionada. Históricamente el peronismo solo movilizaba por “el chori y la coca”. Perdón. La cuestión que radica de todo esto no ocurre solo en Argentina. En otros países también sucede la violencia. Véase en agosto en Colombia Gustavo Petro le ocurrió lo siguiente. No lo digo yo. Hablan los hechos. 

También recientemente al hermano del actual presidente de Chile fue agredido por un grupo de jóvenes en la puerta de su casa. Este ataque se da pocos días antes del histórico plebiscito que tendrá lugar el domingo 4 de septiembre, donde los ciudadanos y ciudadanas de Chile dirán si aprueban o rechazan la propuesta constitucional que busca reemplazar la ley fundamental vigente, heredada de la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

Alejándome un poco en el tiempo y cruzando el charco, llego hasta España para recordar (maldita hemeroteca) una editorial de un famoso medio de comunicación digital en el que exponía al que fuera ex vicepresidente del gobierno de esta manera:

https://www.elespanol.com/opinion/carta-del-director/20200719/tiro-coleta/506399357_20.html

Sinceramente, aterra. Dentro de un mes son las elecciones en Brasil y el día 7 de septiembre celebran el día de la independencia. No digo más. 

Los discursos de odio son un fenómeno que arrasa en el mundo. Y sí, uso acepciones bélicas, porque las palabras lo son todo. Personas con ideología de extrema derecha hacen comentarios nefastos ante un atentado, un intento de asesinato. Puedes disentir y discernir contra un adversario o adversaria política, pero de ahí a leer lo que se ha leído en estos días causa estupor. 

La jornada de este viernes feriado nacional en Argentina, desde mi óptica de periodista internacional en las calles de la ciudad de Rosario, expresa una mirada que se sustenta en una imagen concreta: fraternidad, personas de diferentes ideologías compartiendo un camino, la democracia. 

La música, el apoyo, los abrazos y besos –tan necesarios después de una pandemia que nos ha alejado-, el pasar el mate, la bandera nacional, los carteles… En definitiva un cálido lugar donde la población quiere proseguir y luchar por la democracia. 

Es nuestro deber defender las instituciones, la figura del representante elegido democráticamente por el voto popular, no solo desde lo colectivo también desde lo profundamente individual, es decir, en el diálogo con los demás, en las acciones cotidianas, generando un corpus crítico de la política, que nos vuelva a conectar, y que nos saque a la calle como acaba de ocurrir en Argentina porque después de dos años de pandemia, que nos sumergió en la matriz de las redes sociales –donde la polarización es crítica– necesitamos reformular el futuro. En definitiva, las democracias se deben defender ante la pandemia de los discursos del odio.  

Por Alba Otero

Periodista. Observar, escuchar y reflexionar, mi mantra periodístico.

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