Categorías
Libros

Malas decisiones y el analfabetismo emocional

Sabina Orozco desembarca en el territorio de la literatura híbrida, al explorar el diario, la epístola, la poesía y la crónica.


Contar historias es como romper espejos, identificar imposiciones de la realidad para quebrarlo a nuestro antojo. Es revancha, incluso, venganza. Fui yo, le diría, la que con una grieta logró entrar a un departamento a oscuras, hacer ruido en la estancia con la intención de no asustarlo tanto al llegar hasta su cama, meterme bajo las sábanas y obligarlo a cerrar los ojos y dormir de nuevo porque al menos yo estoy muy cansada de las crueldades de lo cotidiano y, por mucho, prefiero la ficción y los sueños.


Malas decisiones; Sabina Orozco

I

En la pasada Fenali-BUAP, Jaime Mesa -en la presentación de la segunda novela de Elisa De Gortari: Todo lo que amamos y dejamos atrás– recordó a los asistentes que, últimamente, muchas y muchos poetas han incursionado en el género de la narrativa: Clyo Mendoza: Furia, Elisa Díaz Castelo: Malacría; y la misma Elisa De Gortari cuenta con dos novelas: la ya citada y Los suburbios.

Cristina Rivera Garza al igual que Julián Herbert —ambos poetas muy interesantes— llevan rato en la narrativa.

Sabina Orozco se une a esta lista con su primera novela: Malas decisiones

II

Hay otras dos listas, tradiciones y/o escuelas estéticas a las que se está uniendo Sabina Orozco: la literatura híbrida, pues el diario, la epístola, la poesía y hasta la crónica son los géneros literarios que danzan de forma mágica en esta novela. 

La segunda tradición corresponde a la generación de una obra literaria donde el Tarot está presente, ya sea de forma ambiental, protagonista, estructural o como hilo conductor dentro de la misma; entre los escritores que han recurrido al Tarot están: Ítalo Calvino: El Castillo de los Destinos cruzados, Milorad Pavić: El último amor en Constantinopla, Leopoldo María Panero: El Tarot del Inconsciente Anónimo, José Agustín: Se está haciendo tarde (final en laguna), Pedro Ángel Palou: Memoria de los días y Jorge Castellanos: Cuando mienten las estrellas.

III

A lo largo de 216 páginas, Sabina Orozco ofrece al lector una historia íntima que atrapa, conmueve y duele.

La historia es sencilla: una mujer joven entra a una app de citas y hace match con un hombre joven. Se citan y el mundo se vuelve bello. La pareja comenzará a tener caminatas casuales e interminables, salidas a la Cineteca Nacional o a bares, ya sea en pareja o acompañados de amistades de cada uno; como escenario de fondo: una Coyoacán en épocas de COVID-19. Ambos dejan que la relación fluya sin etiquetarla. De pronto, lo saben: se han enamorado el uno del otro; pero no lo dicen, quizá porque ambos, al iniciar su relación, tenían una certeza que aterraba: el hombre joven regresará a vivir a Alemania. Ya lo sabemos, la distancia destruyó la relación. La mujer joven se llama Sabina, el hombre joven es Rodrigo. A partir de aquí, Rodrigo se vuelve un fantasma, un personaje referencial, y Sabina se transforma en un cúmulo de emociones contenidas que necesitan fluir o encontrar salida, y ella necesita hallarle sentido a todo. La escritura de un diario y el reencuentro con su padre —quien le comienza a compartir secretos sobre las relaciones que tuvo antes de su madre, así como algunas de las cartas que envió y/o recibió de parte de esas relaciones— le ayudan a navegar y salir avante en su proceso de introspección.

Una historia donde la delgada línea que divide a la ficción de la realidad, en una novela de corte confesional/vivencial, se difumina y pareciera que más que estar frente a una novela ficcional, se encuentra leyendo una especie de autobiografía.

IV

Esta historia condesa tres búsquedas: el amor y/o la ausencia de este a través de las dos relaciones que marcaron a Sabina: Mateo y Rodrigo; el lazo emocional con su padre; y ¿dónde está ella?: ¿Se fue con Rodrigo, con Mateo, con su padre, está dividida entre todos ellos o escondida en algún clóset emocional de su vida?

V

Mientras leía la novela me resultó complicado, por no decir imposible, no empatizar con la historia; tampoco pude resistirme a cambiar los nombres de los hombres de la historia de Sabina por los nombres de las mujeres que me han taladrado el corazón.

Cuando una obra literaria -además de entretenerte y/o germinar alguna emoción- logra confrontarte, sabes que estás frente algo grande.

Los tiempos que corren son complejos en muchos aspectos. La forma de relacionarnos se ha ido modificando para bien y para mal. La crisis sanitaria del COVID-19 contribuyó a que el contacto tanto físico como emocional se complicara mucho más. Y habría que sumarle la contribución de las redes sociales con su falsa sensación de cercanía y la constante construcción de dos mundos: el que se muestra en redes sociales y el que “realmente” se vive día a día. Podría decirse que las personas que nos ubicamos, en su mayoría, tanto en la Generación Millennial como en una parte de la Generación Z, somos una especie de analfabetas emocionales. Y mucho de esto, también está reflejado en esta novela.

Una novela que llega en un momento justo para cuestionarnos sobre la forma presente/ausente en que nos relacionamos con la persona que nos gusta, el por qué hemos perdido la capacidad de mostrar nuestras emociones, de decirle a alguien: te quiero, me gustas, te amo, me importas.

Una novela que ahonda sobre los miedos: a vivir en plenitud y armonía con el otro, con el mundo y consigo mismo.

Malas decisiones, de Sabina Orozco, me hizo pensar en una historia propia donde no he sido capaz de expresarle lo que siento a una mujer: ¿por miedo al rechazo?, ¿por miedo a que me diga que sí y no sentirme merecedor?, ¿por miedo a sentir?, o ¿por miedo a qué carajos?

Y en ausencia de esa realidad, me he inventado mundos (que tampoco he escrito) donde soy feliz al lado de ella.

Y al final, como a la Sabina de la historia, la única certeza es que estoy solo por las decisiones que he tomado consciente o inconscientemente.  

VI

El símbolo que representa a esta novela es El Ermitaño, noveno Arcano Mayor del Tarot. Además de que aparece a la mitad de la historia y se convierte en una especie de guía/símbolo que marca a Sabina, es perfectamente poético con el sentido de la novela misma.

Pareciera que para esta historia, como para muchos, este Arcano es sinónimo de soledad; pero más bien es sinónimo de Sabiduría, Iluminación y Fuerza Interna. Las cuales se alcanzan al sortear una serie de pruebas, significativamente dolorosas, donde se debe aprender a ver la sombra, la carencia, para estar en condiciones de abrazarla e integrarla a la riqueza y luz del Ser.

Malas decisiones es el viaje que Sabina ha tenido que recorrer para reencontrarse consigo misma, pues solo cuando se puede amar a uno incondicionalmente se está en capacidad y sintonía de amar al otro.

VII

Silvio Rodríguez escribió una canción titulada: Una canción urgente para Nicaragua.

Sabina Orozco acaba de escribir una novela urgente para estos tiempos de analfabetismo emocional.

VIII

Otro par de cosas que no pude evitar pensar al terminar la lectura de Malas decisiones: espero pronto poder grabar con ella una entrevista para mi pódcast que, coincidencias raras de la vida, se llama: Arcano 9 – El Ermitaño. La segunda: yo hubiera usado como imagen de su novela la carta del mazo mexicano hecho al alimón por Sixto Rey (Miguel Canseco) y Julián Herbert: Tarot de la Taberna. Siento que representa más el espíritu de Malas decisiones.

Por Fredo Godínez

Gestor cultural, poeta y tarotista. Lector empedernido y apasionado por el Esoterismo y el mundo simbólico. Reseñista de libros y teatro.