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Nicole bañada en lágrimas: 20 años de Birth, de Jonathan Glazer

Birth no es una película de terror sobrenatural, aunque juega con los tropos del género. Es un melodrama sofisticado que explora los misterios del amor, el duelo y la obsesión.

La colaboración entre una actriz y un director puede ser decisiva para crear una obra memorable. Ejemplos sobran: All About Eve (Mankiewicz/Davis, 1950), Rosemary’s Baby (Polanski/Farrow, 1968), Carrie (De Palma/Spacek, 1976), o más recientemente Pobres criaturas (Lanthimos/Stone, 2023). En este linaje de sinergias magistrales, Birth (2004) de Jonathan Glazer ocupa un lugar especial, con una Nicole Kidman deslumbrante en uno de sus papeles más arriesgados. 

Estrenada en México como Reencarnación, este fue el segundo largometraje de Glazer, quien ya había sorprendido con Sexy Beast (2000). Mientras que su debut exploraba un oscuro thriller criminal, Birth se adentra en la psicología profunda y emocional de sus personajes, creando una atmósfera gótica que mezcla lo sobrenatural con el drama íntimo. El guion, obra de Jean-Claude Carrière, evita respuestas fáciles y desafía las expectativas del público, invitándolo a explorar lo inexplicable desde la ambigüedad.

La trama sigue a Anna (Kidman), quien ha vivido una década de duelo por su esposo fallecido, Sean. A punto de casarse con Joseph (Danny Huston), su mundo se pone de cabeza cuando un niño de diez años (Cameron Bright) irrumpe en su vida afirmando ser la reencarnación de Sean. El niño conoce detalles íntimos del matrimonio, lo que despierta el desconcierto y la fascinación de Anna, quien comienza a cuestionar lo que creía sobre la vida, la muerte y el amor perdido.

Glazer aprovecha la oportunidad para esculpir un Nueva York invernal, con una fría y desolada Quinta Avenida que parece estar bajo el hechizo de la historia. La fotografía de Harris Savides es un pilar en la construcción de esta atmósfera inquietante, con encuadres elegantes y precisos que recuerdan el gótico moderno de Rosemary’s Baby. Las imágenes y la música de Alexandre Desplat conforman una simbiosis perfecta, aumentando la tensión emocional de la trama y profundizando en la tragedia interior de Anna.

Birth (2004, Jonathan Glazer).

Nicole Kidman es el alma del filme. En una actuación que deja de lado todo artificio, la actriz encarna a una mujer atrapada entre el deseo de volver a lo que perdió y el miedo a lo desconocido. En la célebre escena de la ópera, donde la cámara se enfoca en su rostro durante dos minutos mientras una tormenta emocional se refleja en sus ojos, Kidman nos recuerda a las actuaciones más profundas de Liv Ullmann bajo la dirección de Bergman. Este momento, a menudo comparado con Persona (1966), encapsula la maestría de Kidman para transmitir complejidad emocional sin pronunciar una sola palabra.

El elenco de apoyo no se queda atrás. Lauren Bacall, en uno de sus últimos papeles, brilla como la madre aristocrática de Anna, mientras que la tristemente malograda Anne Heche ofrece una interpretación intrigante como una mujer atrapada en su propio misterio. Danny Huston, aunque aparentemente mal casteado como Joseph, añade una capa de tensión en su rol como el prometido que intenta entender el dilema que enfrenta su pareja.

Birth no es una película de terror sobrenatural, aunque juega con los tropos del género. Es un melodrama sofisticado que explora los misterios del amor, el duelo y la obsesión. Glazer evita las fórmulas convencionales del mainstream, y esa audacia le otorga a la película una identidad única, aunque también la hizo vulnerable a malinterpretaciones. A 20 años de su estreno, la cinta ha ganado un reconocimiento tardío, especialmente por su valentía para confrontar preguntas insondables sobre la naturaleza de la vida después de la muerte.

El clímax deja al espectador reflexionando sobre los límites del amor y el poder del duelo. Y aunque no ofrezca respuestas definitivas, la imagen de Nicole Kidman bañada en lágrimas se convierte en el símbolo de una obra tan extraña como profundamente conmovedora. Una película que, dos décadas después, sigue resonando con una extraña y duradera fascinación.

Quienes deseen ver esta pequeña joya del cine, pueden encontrarla disponible en la plataforma Max.

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