Te escribo aquí y ahora. Lo hago porque no encuentro una mejor manera de acercarme. Tanto jactarme del habla la volvió banal, casi inservible. Erré con ella y volveré a hacerlo. Te evito la debacle. Escribo desde hace meses con la esperanza de cambiar. Nada pasa.
La distancia es norma mientras la ironía se hace verdad. Ahora más que nunca es difícil ver más allá del día siguiente. He perdido la cuenta de los planes futuros echados al olvido, pero aún recuerdo cuántas pulseras usas en tu muñeca diestra. Al tenerte cerca, por heterónomas causas, siempre supe que estabas lejos. Entonces, comprendí que eras imposible. Llegué a tocarte sin hacer contacto. Nunca sucedió.
Eres tú contra mi persistente inseguridad. Un paso tuyo equivale a descargas infinitas de adrenalina. Luchar entre estar en tu memoria o la amnesia voluntaria fue como patear el penal que lo expulsa a uno de un Mundial. Fui vencido por el terror a caer. Y en ese trance te perdí. Te perdí sin siquiera haberte tenido.
Allí te fuiste, donde el inicio nunca terminó, en el punto en que el final se desdibujó. Lejana te hiciste dentro de tu universo de rock transtemporal, como si Bowie te hubiese ofrecido desaparecer. Entre mares de discos corriste y tu estela indie extravié. Seguro que volveré a verte. No sé cuándo o dónde. Te veré sin mirarte. Ahí estaré, sin existir, listo para contar la historia de lo que nunca pasó.
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Nunca
La distancia es norma mientras la ironía se hace verdad. Ahora más que nunca es difícil ver más allá del día siguiente.
Una respuesta en “Nunca”
Gracias por la literatura que hoy nos han regalado, para mi ha sido un verdadero deleite y no puedo expresar cual me gusto más, ya que cada una tiene un algo, que no puedo explicar claramente pero en algunas frases se asemeja a como pienso o veo la vida actualmente.