Mis golpes son de papel,
pero me acompaña el viento.
Algún día caerá vuestra torre.
Caerá sin estruendo ni polvo.
Caerá como caen las mentiras.
Con un rasguño invisible,
con una herida que una vez abierta
no se cierra nunca.
Entonces tendréis que enfrentaros conmigo
a cielo abierto
y descubriréis asombrados
que todas vuestras armas
tienen el cañón cegado
por finísima arena.
El tiempo no pasa en balde.
A todos coloca en su sitio.
A todos reparte su justicia.
A vosotros, que pasasteis por la vida
sin ver siquiera el daño que causabais…
Y a mí.
A mí que os pude frenar
y os despejé el camino…
Entonces estaba solo.
¡Qué insensato hubiera sido luchar contra vosotros
con el arma simple de la verdad!
Ahora estoy preparado. Tengo
la certeza de la mentira
y la furia de la calma.
Las cosas son como son.
A todos nos llega la hora.
Lleva tiempo.
Y tiempo fue lo único que tuve.
He escapado.
Y soy otro.
Esta vez no fallaré…
Con los años se aprende a despreciar la huida fácil
y aceptar la victoria.