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Poesía

Pulsera de Hollywood

Bette Davis

Un cigarrillo
arde en su mirada ácida –
el humo aplaude.

Sharon Tate

Hollywood construye
palacios de lágrimas.
Es musa, no mártir.

Sigourney Weaver

Fuego en el espacio,  
su mirada corta el miedo—  
reina de nadie.

Anne Bancroft

Luz de proyector.
Tus pestañas pintan sombras
sobre mi cuaderno.

Ingrid Bergman

Santa de hielo.
Besa como pecado mortal
Arde el confesionario. 

Meg Ryan

Falso orgasmo fiel
en blanco y negro se torna real—
suspiro de celuloide.

Natalie Wood

I. LOS OJOS
Ojos que sostienen sin quebrarse,
a Warren Beatty,
a Steve McQueen,
a John Wayne o a Elia Kazan—
espejos húmedos donde Hollywood
ahoga sus fantasmas en aguas demasiado quietas.

II. LA CÁMARA QUE MUERDE
La cámara arranca mejillas de porcelana
antes que los dientes maternos roen el hueso.
Natalie—nombre de cartón dorado
sobre Natasha que gime en el estudio,
mientras el contrato mancha de carmín
los dientes de leche arrancados.

III. EL VESTIDO PEGADO
Rebel Without a Cause aúlla en technicolor
y el vestido de seda se funde en su cuerpo adolescente:
segunda piel que nunca protegió.
Las mismas aguas que besaron sus pies de actriz
abren ahora su boca llena de sal.

IV. EL TRAJE PRESTADO
El traje de Splendor in the Grass
conserva el olor a mentiras adolescentes,
mientras las hijas visten ropa prestada:
herencia de pestañas postizas
y el miedo a los armarios que crujen de madrugada.

V. EL ATAÚD DE NEÓN
Hollywood es un féretro con luces de neón.
El yate Splendour balancea secretos
entre el chocar de copas vacías.
Alguien olvidó que los fantasmas de Gypsy
todavía giran sobre espejos rotos.

VI. EL INFORME FORENSE
El forense no escribió:
la sal en sus alvéolos era de lágrimas,
el alcohol en sus venas sabía a guión,
los moretones dibujaban constelaciones
que ningún astro quiso nombrar.

VII. LA MUÑECA RUSA
La muñeca rusa siempre supo
que el último acto sería
dejar que las aguas negras
le arrancaran las joyas prestadas,
una
por
una,
mientras el marido silba, en la oscuridad.