Ucrania, como antigua república soviética, mantiene profundos lazos históricos y sociales con Rusia. Más allá de compartir orígenes étnicos y culturales, Ucrania representa para Rusia un gran valor histórico, geopolítico y económico que no está dispuesto a perder. En los últimos días, la tensión internacional ha sido palpable por el reciente desplazamiento de cien mil tropas rusas en la frontera de Ucrania, lo cual ha alertado a la comunidad internacional sobre una probable invasión. La historia entre Rusia y Ucrania está marcada por los constantes conflictos, derivados del acercamiento de Ucrania con Occidente.
Con la desintegración de la Unión Soviética, Ucrania obtuvo su independencia en 1991 y comenzó un acercamiento con la Unión Europea y otros países occidentales, como Estados Unidos. Desde entonces, han sucedido varios hechos que han provocado una escalada de tensión entre ambos países debido al intento de Rusia por mantener su influencia y liderazgo sobre la región.
En noviembre de 2013, debido a las presiones y amenazas de Rusia, Ucrania suspendió la firma del acuerdo para formar parte de la Unión Europea. Posteriormente, en 2014, Rusia anexionó la península de Crimea, una región que dependía de Ucrania. La mayor parte de la comunidad internacional considera esta unión ilegítima. Se estima que al menos 14,000 personas han fallecido en la guerra en Crimea.
En la actualidad, la relación entre ambos países está en su peor momento desde la anexión de Crimea. La crisis entre Ucrania y Rusia se debe a la negativa de Rusia a perder su influencia en el país vecino que trata como si fuera parte de su territorio. Ucrania es una de las principales economías del espacio postsoviético y alberga una gran parte de la red de gasoductos que suministran gas a Europa. Rusia es el principal proveedor de gas natural en Europa cuyo suministro se realiza a través de los gasoductos que cruzan Ucrania. Sin embargo, el conflicto ha desatado una crisis energética ya que Rusia está diversificando las rutas de suministros con nuevos gasoductos con el fin de aislar a Ucrania y permear su valor geopolítico para Europa.
En este contexto, la motivación principal de Rusia para ejercer presión militar sobre Ucrania es evitar a toda costa que forme parte de la Unión Europea y de la OTAN, ya que pondría en riesgo su papel como potencia en la región. La adhesión de Ucrania a la OTAN y la expansión de esta organización, específicamente de Estados Unidos, hacia la frontera este con Rusia, supone una amenaza para la seguridad rusa. Como respuesta, Rusia desplazó más de 100,000 soldados en la frontera con Ucrania. Por su parte, la OTAN desplazó buques de guerra y aviones para contrarrestar los movimientos militares rusos. Aunque Ucrania no forme parte de la OTAN, la alianza militar ha declarado que defenderá al país de posibles ataques.
La comunidad internacional observa con gran preocupación la situación en el este de Europa. La situación alerta sobre una probable invasión de Rusia a Ucrania y una posible confrontación bélica entre Estados Unidos y Rusia, quienes luchan por imponer su influencia en esta región del mundo. Estados Unidos dejó clara su posición de brindar ayuda militar a Ucrania con el fin de defender su territorio soberano. Un enfrentamiento entre estas dos potencias podría implicar a miles de soldados de varios países, sin contar las víctimas civiles que provocan los conflictos armados.
Aunque líderes mundiales se han reunido para evitar un conflicto bélico, las alianzas internacionales y distintas ideologías condicionan cada acción. Frente a los altos costos de las medidas militares y sanciones económicas, la comunidad internacional no ha logrado un consenso en este asunto que amenaza la estructura de seguridad en Europa.