Antes de escuchar la música hay que entender el silencio. Reflexiono en ello tras haber visto una de las mejores películas de 2020, que además competirá en los premios Óscar de este año: Sound of Metal, dirigida y coescrita por Darius Marder.
La pienso como todo, menos como una película sobre música, por extraño que parezca. Sin ser ajena del todo, la historia se entrelaza con el dolor, el reparo y su belleza. Por ello, la enfermedad se asoma en este relato como una oportunidad de encuentro con el mundo exterior, representando una coincidencia ante el confinamiento que hoy como seres humanos padecemos.
Me gusta el silencio como aprendizaje sobre el escuchar al otro y escucharse a sí mismo. Premisa, pienso, de la dolencia. En silencio se observa, se llora, se piensa. En el silencio se reconoce.
Por otro lado, la impotencia como sonido y como un grito somete al protagonista al autoengaño y la discrepancia de la enfermedad; se sabe incapaz, destruido e inválido. Entonces lo que el silencio en la película nos depara es a la verdadera enfermedad del individuo: el miedo. Así, en una sociedad acelerada, distraída y sumisa, se sigue señalando al enfermo en una condición de discapacidad y no a partir de una diversidad de capacidades.
El silencio en pandemia me resulta la mejor manera de dibujar estos contrastes entre padecimientos y sentimientos. Hablamos, quizás, del silencio más prolongado de nuestras vidas. Silencios frente al celular, la computadora, la ventana e incluso frente a nuestra propia familia.
Aún sin saberlo, el silencio nos ha permitido llegar a nuestra música, nuestras letras, nuestros recuerdos, nuestros sueños. Con él llegan todas las respuestas que necesitamos. El silencio duele pero enseña.
Sound Of Metal tiene dos nominaciones al premio Óscar por Mejor Película y Mejor Actor.