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Editorial Música

Un mundo sin Ennio Morricone

Al repasar los nombres de grandes directores encontraremos, irremediablemente, la firma del maestro romano.

Ha dejado este mundo Ennio Morricone y, con ello, la música y las bandas sonoras de cine son ahora un lugar más triste.

Morricone, uno de los compositores italianos más premiados, nació el 10 de noviembre de 1928 en Roma, en el distrito de Trastevere. Estudió composición con Goffredo Petrassi en el Conservatorio de Santa Cecilia, en Roma, donde ya se había graduado en trompeta, en 1946, y en instrumentación de banda, en 1952.

Al comienzo de su larga carrera artística se dedicó a la música moderna, como director de orquesta en el campo de la grabación. Luego fue compositor para teatro, radio y televisión; para después consagrase al cine, donde ha creado una larga serie de bandas sonoras muy aclamadas.

Luego de sus inicios como arreglista y autor de música pop, comenzó a escribir para la pantalla grande, debutando en 1961 con Il federale, de Luciano Salce; luego, siguiendo la línea de westerns italianos de Sergio Leone, comenzó con Per un pugno di dollari (1964), alcanzado la fama en todo el mundo con C’era una volta in America (1984).

Creador de muchas partituras excelentes con Leone, me sorprendió descubrir que ambos estaban juntos en la escuela.

Los éxitos para Ennio Morricone continuaron con la música escrita para las películas de Elio Petri: Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, La classe operaia va in paradiso y Todo Modo y Buone notizie.

Hablar de su legado nos tomaría horas, pero varias de sus obras han tenido a lo largo de mi vida un significado especial. Bandas sonoras descubiertas en películas que veía de niña con mi abuelo, recuerdos de mi madre, de amores pasados. Pienso en C’era una volta il West (Leone, 1968), Il prato (Taviani, 1979), Nuovo Cinema Paradiso (Tornatore, 1988), La leggenda del pianista sull’oceano (Tornatore, 1998) o Malèna (Tornatore, 2000).

Al repasar los nombres de grandes directores y sus exitosas películas encontraremos, irremediablemente, la firma del maestro romano cientos de veces. En la música que animó poéticamente las historias cinematográficas, y que después tomaron vida propia, separada del cine.

Morricone, responsable de más de cincuenta composiciones entre piezas de cámara para instrumento solista o para tríos, quintetos, sextetos, piano e instrumentos, canción y piano, voz e instrumentos y coro, también prestó atención a la música de cámara y a la de orquesta.

En reconocimiento a una vida dedicada a la música, le fue otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2020. Además, fue ganador de tres Globos de Oro, cinco Premios BAFTA, dos Premios Grammy y un sinnúmero de reconocimientos internacionales.

Con la sensibilidad que caracterizó su obra, escribió esta hermosa carta de despedida, con especial énfasis en su mujer María Travia, con la que compartió más de 60 años de vida, amor y confidencias:

«Yo, Ennio Morricone, estoy muerto…

Por último, María, pero no última, a ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. Para ella es mi más doloroso adiós»

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