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Editorial

1934: origen del trauma ante Estados Unidos

A los que dicen “nunca en la historia”, la Historia se encarga de dejarlos en ridículo.

Siempre hay un antes.

Lo curioso es que las derrotas les parecen nuevas, como si no fueran tantas y tan humillantes desde el principio.

La selección mexicana inauguró los Mundiales de futbol en 1930, ante Francia, y perdió 4-1. Luego cayó ante Chile y Argentina. La narrativa del fracaso estaba presupuestada porque los muchachos fueron a “foguearse”, como dijo la prensa de entonces.

No tardó mucho para que la humillación ante Estados Unidos se produjera en el gran certamen.

Italia, sede de la Copa del ’34, recibió más solicitudes de participación en su torneo de las que esperaba: Benito Mussolini pasaba por su máxima grandilocuencia. Así que fue eliminando invitados. En la lista final, el Comité Organizador destinó sólo una tarjeta para los países de América del Norte y el Caribe.

La Liga mexicana fue notificada de que jugaría una eliminatoria ante el ganador de una serie de tres partidos entre Cuba y Haití, programada entre el 28 de enero y el 4 de febrero, en Puerto Príncipe. Luego, si lograba el triunfo (tres partidos en Ciudad de México), enfrentaría a Estados Unidos en un partido ‘a matar o morir’ en Roma. La razón que se esgrimió para que los estadunidenses pasaran libres esas clasificatorias fue que habían llegado a las semifinales en el mundial uruguayo, en las que perdieron 6-1 ante Argentina.

En efecto, en marzo, la selección nacional venció a Cuba y se alistó para hacer el viaje a la vieja capital del Imperio.

Nada es nuevo en el relato del equipo de la desgracia.

El técnico Pérez Meléndez fue destituido antes de hacer el viaje y fue reemplazado -semanas antes del duelo- por Rafael Garza Gutiérrez, “Récord”. La prensa -siempre actriz de la infamia- que había criticado la convocatoria de Pérez Meléndez fue todavía más severa con la de “Récord”, que dejó fuera a Luis “Pichojos” Pérez, Hilario “Moco” López y a José Rodríguez (con mucho, el mejor futbolista mexicano del momento).

Contra todo y todos, el entrenador se empecinó y se llevó la boleta de registros sin cambio alguno. Italia 34 sólo fue el comienzo de una repetición. Cuenta Fernando Marcos, en Mi amante el futbol:

“Tres días antes del partido contra Estados Unidos, nuestro presidente de delegación, el licenciado Correa; nuestro entrenador, Récord, y el doctor Izquierdo decidieron tomarse un paseíto a Nápoles, dejando al equipo al garete, sin dinero, casi sin comer, sin ninguna atención y con muchos problemas internos por la generación de grupos antagónicos”.

Cuando llegó el día del partido -dice Marcos- el equipo no valía nada. Simplemente, no era equipo. Y menos aún cuando se hizo una formación absurda que incluyó al portero Rafael Navarro (del América) en vez de Alfonso Riestra (del Asturias), que era la mejor carta de aquel once.

“Con todo y todo, el juego no tenía mayores problemas. Pero el centro delantero italiano, tipo tanque, Aldo Donelli, le tomó la medida a Toño Azpiri (defensa del Necaxa) y él solo nos hizo cuatro goles. Para colmo Toño, desesperado, se hizo expulsar. Pero allí brilló la bravura de Manolo Alonso (del España), contrastando con la, digamos, timidez de Nicho El Calavera Ávila (del Necaxa), que no agarraba una ni por prescripción médica”.

El partido contra Estados Unidos se jugó en la media tarde del 24 de mayo en el estadio del Partido Fascista, al que asistieron Mussolini; Mafalda, la hija del rey Juan Manuel, y el gran comité de los Camisas Pardas. La pelota rodó a las 15:00 horas locales. Poco antes, en un desplante poco deportivo, Il Duce envió al técnico de la azzurri, Vittorio Pozzo, a alentar al equipo mexicano.

El partido terminó 4-2 en favor de Estados Unidos. Donelli, quien después se entrenaría en la NFL, anotó el único gol estadunidense en la victoria italiana 7-1 en el Mundial, propiamente dicho.

¿Qué dijo la prensa mexicana en aquella derrota del 1934?

“Perdimos porque el seleccionador no supo no pudo sentar un equipo adecuado para contrarrestar al americano, cuyas características ya se conocían de antemano: esto es, un equipo de peso”.

Todo lo de hoy se parece al mundo de ayer.

Cuando los narradores de ahora dicen “nunca en la historia” es que no saben de Historia, ni de futbol.

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