Foto: Noticias de Navarra / Iñaki Porto

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Todo depende del modo en que miramos: Miguel Sánchez-Ostiz

Es autor de las novelas Los papeles del ilusionista (1982), El pasaje de la luna (1984, 2013), Tánger Bar (1984) La quinta del americano (1987), La gran ilusión (1989), Premio Euskadi de Literatura y Premio Herralde de novela, Las pirañas (1992), El santo al cielo (Pamiela, 1995), Un infierno en el jardín (1995), La caja china (1996), No existe tal lugar (1997), Premio Nacional de la Crítica, La flecha del miedo (2000), El corazón de la niebla (2001), En Bayona, bajo los porches (2002),Última estación, Pamplona (Pamiela, 2002), La nave de Baco (2004), El piloto de la muerte (2005), La calavera de Robinson (2006), Cornejas de Bucarest (Pamiela, 2010) Zarabanda (Pamiela, 2011), El Escarmiento (Pamiela, 2013), El pasaje de la luna (Pamiela, 2013), Perorata del insensato (Pamiela, 2015), El Botín (Pamiela, 2015), Rumbo a no sé dónde (Pamiela, 2017) y Diablada (Pamiela, 2018).

En el año 2000, Pamiela publicó toda su obra poética hasta esa fecha con el título La marca del cuadrante (Poesía, 1979-1999). El libro Fingimientos y desarraigos (2001-2017) reune su poesía posterior. En 2019 publicamos un nuevo volumen de poesía:  El piano de Hölderlin. De sus muchos estudios y trabajos barojianos, Pamiela ha publicado Tiempos de tormenta (Pio Baroja, 1936-1940) (Pamiela, 2007).

Un año después de la muerte de quien, como el propio Sánchez-Ostiz, fuera premio Príncipe de Viana, publicó Lectura de Pablo Antoñana (Pamiela, 2010).

Entre sus muchos libros misceláneos hay que destacar las crónicas de viajes La isla de Juan Fernández (2005), Peatón de Madrid (2003) y Cuaderno Boliviano (2008), así como una serie de diarios y dietarios que se comenzaron a publicar en Pamiela en el año 1986 como La negra provincia de Flaubert (1986), Mundinovi. Gaceta de pasos perdidos (1987), Correo de otra parte (1993) y El árbol del cuco (1994), a los que siguieron La casa del rojo (2002), Liquidación por derribo (2004), Sin tiempo que perder (2009), Vivir de buena gana (2011), Idas y venidas (Pamiela, 2012), El asco indecible (Pamiela, 2013), Con las cartas marcadas (Pamiela, 2014), La sombra del Escarmiento 1936-2014 (Pamiela, 2014), A trancas y barrancas (Pamiela, 2015), Diario volátil (Pamiela, 2018), A cierta edad (Breviario para baldados) (Pamiela, 2019), Breves del desconcierto (Pamiela, 2020) y Moriremos nosotros también (Pamiela, 2021).

Miguel Sánchez-Ostiz es una de las voces más personales e ineludibles de los últimos cuarenta años en la literatura española. Poco antes de aparecer El tranvía fantasma (2023) sufre un ictus del que todavía anda recuperándose. Conscientes del esfuerzo y de la dificultad añadida que supone contestar esta entrevista mientras sigue convaleciente, queremos agradecer al autor su gran generosidad e invitar a los lectores a disfrutar de su obra más reciente, magistral como tantas de las otras que nos ha regalado hasta la fecha. Esperamos, de todo corazón, que en el futuro más cercano podamos disfrutar de muchos más desbarres de este autor imprescindible.

Una de las citas que abren el libro dice:«¿Qué se puede escribir? Sobre todo, porque de todas maneras no es verdad lo que se escribe sobre nadie. Da igual que se escriba con mucha autenticidad la verdad sobre alguien o que se crea hacerlo, en cualquier caso, será radicalmente falso. Al fin y al cabo, se trata solo de la visión de uno, en el estado de ánimo en que escribe.» Thomas Bernhard. ¿Con qué estado de ánimo has escrito esta obra? ¿También tienes la sensación de que aquí, como en Las pirañas, te has quedado corto?

Sí, pero eso tiene arreglo. Ya tengo otro desbarre en marcha.

En el “aviso inútil” que inicia el libro a modo de prefacio, afirmas que “este es un artefacto narrativo por completo en clave de desbarre y tarantela de máscaras y guiñoles”. También en las primeras páginas apuntas que durante la escritura de El tranvía fantasma vuelves a Guignol’s Band, de louis-Ferdinand céline, “que ahora mismo leo de muy aplicada manera, como los curas el breviario”. ¿Por qué artefacto narrativo y no novela? ¿Qué influencia tiene Céline y su ametralladora prosa en El tranvía fantasma?

Directa creo que ninguna, indirecta mucha, sobre todo al tour de force del lenguaje sobre el que se sostiene mi sucesión de relatos, pero en este libro yo veo la influencia de Torrrente Ballester y del irlandés Flann O’Brien, del lenguaje que sostiene este desbarre, más que artefacto prefiero desbarre en la tercera acepción que da la Rae.

¿Por qué es El tranvía fantasma un libro testamentario?

Porque toca rincones de mi memoria que preferiría no volver a frecuentar.

Tu tranvía traspasa sin dificultades todas las fronteras que encuentra en su trayecto: el tiempo y el espacio, lo real y lo imaginario, la vida y la muerte… Biargieta, Madrid, Torresmotzas del Baruglio, Paris, Valparaíso; el café de los Desamparados, el cabaret I Gobbi, un tranvía fantasma; pasado, presente y futuro entreverados; el narrador ya no sabe si está vivo o muerto… esta manera de hacer memoria, onírica, alucinada, en ocasiones esperpéntica y goyesca, ¿es la forma más veraz, paradójicamente, de hurgar en las entretelas del ser humano?

Ese viaje a través del tiempo y del espacio está en Eliot, citado en el aviso inútil que abre este libro.

El caso Alsasua, el encarcelamiento en Polonia del reportero Pablo González, inmigrantes que mueren en el Mediterráneo, la guerra de Ucrania, la memoria histórica. Son temas recurrentes en tus artículos, en tu blog y en tu obra literaria. También aparecen en este Tranvía. ¿Vivir emboscado, apartado, como tú has querido vivir estos últimos en el medio rural, no es óbice para mantener un ojo crítico siempre enfocado a la actualidad de un mundo que tiene más codicia que alma?

Esa realidad es para mí ineludible. Lo fue en mis artículos de prensa y en mis breviarios.

¿Qué función cumplen los grabados, de Jacques callot y Tiepolo, entre otros, y las fotografías que ilustran esta obra?

No son meras ilustraciones, sino que guardan una estrecha relación con el texto, en algún caso, muy evidente, lo provocaron o de ellos se habla.

“La memoria está llena de zaborra que parece como que tiene gracia, pero en ese pozo sin fondo (a poca imaginación que tengas), no hay más que cieno”. Ante este recuento de errores, de compañías tan poco recomendables que salieron muy caras, ¿recordar es flagelarse, un modo de expiación o ambas cosas?

A veces. Todo depende del modo en que miramos o del humor con que nos asomamos al espejo, sea el de vidrio o el de papel y tinta.

Algunos de los individuos que transitan por las páginas del tranvía padecen el síndrome de Korsakoff, otros lo impostan como medida “higiénica y saludable”. ¿No recordar el fracaso de la vida en balde, ser tontos felices, es lo poco que puede hacer esta caterva de perdidos para soportar la sordidez de sus vidas, este “desbarre crepuscular que huele a pólvora quemada”?

El refugio de la vida imaginaria presente, pasada y futura.

El narrador, ese Capitano della Valle Inferna, no deja títere, o guiñol, con cabeza; tiene munición para todos pero nunca reparte estopa desde el púlpito de la autocomplacencia, chapotea, y así llega a reconocerlo, en el mismo cieno que los demás personajes. ¿Es esta una marca de autor que aparece en gran parte de tu producción literaria?

En la picota cabemos todos, lo contrario es un abuso. A mí no me queda más remedio que reconocerme en alguno de esos muñecos de Guiñol.

Asesinatos, suicidios, desapariciones, alguno que cae reventado de tanta cocaína… muere hasta el apuntador y el que no está muerto se lo hace. Todos suben y bajan del tranvía fantasma. Aparecen personajes que ya pasaron por otros de tus libros. ¿Es este un aquelarre de canallas? ¿polifonía de ultratumba, memorial fantasmagórico, último ajuste de cuentas, duelo de honor entre nieblas de recuerdos vagos cuando ya se va teniendo un pie en el estribo?

Pues sí, me gusta eso de akelarre. Lo voy a utilizar, pero gamberros más que canallas, en la línea de I vitelloni de Fellini.

¿Qué podemos esperar de Miguel Sánchez-Ostiz a partir de ahora si “queda cerrado el camino del desbarre de la memoria”?

Por el momento más adelante ya veremos.

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