Todo lo que no tiene nombre
rebosa en mí,
me excita,
borbotea,
durante siglos,
no las pude llamar,
tantas cosas amontonadas,
ni decir,
nací,
vi,
amé,
lloré
viví,
yo,
tan extraña
del tiempo apresurado
hasta que
dije mí,
Mujer,
Tú,
Y te vi,
aunque,
no hay,
ni tienen,
no eres
ni posees
forma,
no comprendo nada en ti,
y eso
me hace dichosa,
de que ocurran
hechos,
lluviosos y asimétricos
pero sin nombre.
Sin nombre,
las cosechas en nuestras cabezas,
brotan,
defendemos lo que es
(nuestro)
disparando balas
e hilos,
así vemos
tantas otras,
seres
que ya no seremos,
nada,
nadie
quizás,
impertinente
soy,
yo,
tú,
ninguna en particular,
sin decir
ni definir,
ni nombrar
y aún así,
me asombro de ser
y
de nunca querer estar donde estoy,
en ese huequito verde
donde nacimos
que tampoco tiene nombre
pero sí,
poca,
bastante,
mucha,
ninguna,
nace,
nada,
yace,
suficiente
poesía.