Una pequeña fiesta llamada Eternidad: cuando todo el mundo se vaya, quizás quede esperanza en los ceniceros
Gabriela Wiener reparte entradas gratuitas para este guateque utópico en su segundo poemario: Una pequeña
Gabriela Wiener reparte entradas gratuitas para este guateque utópico en su segundo poemario: Una pequeña
Me gusta andar despacitobajo las lluvias y las tormentascreyéndomedejándome sertortugasirenapezcaracolo siendoquien dice que no Hace
La palabra se ha ido de lo abstracto a la piel ¿Qué es esa lagartija veloz que recorre todo el cuerpo? Es esta mujer que no escribe, arroja balas de nieve.
Un verso en cualquier gasolinera… que no me siga la carretera en los espejos, sino mis ojos.
Más de una noche de vinho verde besé su figura y le confesé mi admiración literaria, total y absoluta.
Si fijo mi mirada en algo concreto puedo observar como crece, se alarga y florece.
Hacemos lo que que podemos por beber del estanque, juntando nuestras manos para atrapar el agua.
El silencio es mejor que aquel paraíso repleto de libros con el que Borges soñaba, es la tregua en medio de la la batalla.
Las sábanas en guerra, sed, un jadeo, la piel erizada, la seda empapada, una fuente que emana saliva.
Lo bueno es que han vuelto mis ganas de vivir. No las trajo él, ni nadie; las cargo yo. Quizás las trajo la primavera o quizás el sol.