Bailar lento. No sabe bailar lento. Sólo baila, sólo quiere bailar rápido.
Sonríe. No sé si me sonríe. No sé si le sonríe a las luces, a la música o al tipo que dice que conoce y que no la reconoce. Sonríe.
Es bonito cuando sonríe y cuando baila y cuando mueve el pelo porque sonríe y baila. Plenitud puede ser una forma bonita de referirse a la situación. Bonita y correcta.
Sus ojos tienen gusto a mezcal de naranja, a mezcal de naranja y a verdad, que a veces es exactamente lo mismo. Sin embargo, acaba de tomar whisky con refresco de manzana. Sus ojos son una manzana y sus labios también. Sigue bailando.
El high energy se le da muy bien. Bailar se le da muy bien. Sus ojos y sus labios se le dan muy bien.
Disimula.
La pista está casi vacía y ocupamos el centro. Hay tres o cuatro parejas alrededor, pero parece que no hubiera nadie. Plenitud.
Hay dos luces rojas que van directo a sus lentes, al armazón de sus lentes. El dorado se vuelve rojo. El éxito demuestra ser un impostor y en esa pista se convierte en pasión.
Cierra los ojos y yo los cierro también, pero sigo viendo el rojo reflejado en ese armazón.
Sigue bailando, sigue viviendo, sigue siendo a partir de su propia plenitud, de su éxito impostado y transformado en pasión. Y no, no sabe bailar lento.