I
Algo se desprende de las paredes
del abismo de una duda.
Como roedor huye aquel dejo de cordura
que se resistía a partir,
antes de sentirse amedrentado
por la realidad.
II
Crónicas de una catástrofe anunciada;
como si García Márquez se hubiera atrevido
a descubrir
el absurdo y delirante mal funcionamiento
de un palurdo empecinado en no olvidar
lo que le tiene rasgando las
paredes
con las uñas,
todo a punto de quebrarse
-igual que fuera de esta vida
se ha quebrado todo.
Dentro de este espectro somático
se está desplomando todo,
lo que resta,
como símil de aquella noche
del nueve de noviembre de mil novecientos
ochenta y nueve,
aunque acá lo que se derrumba es el muro propio.
III
Estallidos estridentes
desgastan los restos;
esta pesadilla monumental,
de la división de lo propio
que está por convertirse en fecha histórica.
Fenómeno reticente,
ya inexorable por las consecuencias de lo indecible
de las tragedias,
en un inframundo gris
donde la palabra es la única forma de duda,
la única forma
de comprender la libertad.