Cuando me da por pescar
es casi siempre
cuando la luna toca el cenit,
después de un rato
esperando a que vengan
los peces,
me arranco la paciencia
y así, desnudo
me tiro al mar para tomar
lo que me pertenece;
rodeado de oscuro y sal
es cuando aparecen,
con su aspecto ciclopeico
posan sus tentáculos
en mis muslos
y me arrastran al corazón del mar,
abandono todo lo conocido,
me seduce la oscuridad.