Adentro de un cañón

Todo listo. No olvides gritar para sacar el odio, pero cierra la boca, no te vaya a entrar una mosca. Disfruta el vuelo, sin importar cuánto dure.

Eres carne de cañón. Literalmente eres carne dentro de un cañón con un diámetro apenas más ancho que la distancia entre tus hombros. Y en un minuto vas a estar volando o hecho caca. De todos modos ya pareces enfrijolada.

Tu papá no te quiere y tu mamá sólo un poco, por puro compromiso, la verdad. Lo admitió sentada en un taxi. Y ellos tampoco se quieren entre ellos, están juntos nada más por las mentiras que se cuentan entre ellos, a espaldas suyas, al cielo y a costados nuestros (acostados con otros, por supuesto). ¿Sabes qué más le dijo tu mamá al taxista? Que lo único que la decepcionó más que la carrera frustrada de tu papá como hombre bala, fue que nacieras tan feo, tan parecido a él. Si tienes suerte y este cañón no es tu tumba, en una de esas el aterrizaje te deja menos narizón, suponiendo, claro está, que no te mate la caída.

A lo mejor te hubiera convenido ser hijo de un rockero, así tu papá nada más te hubiera desconocido y serías un bastardo a salvo. Menos mal te hubiera ido en la feria si hubieras nacido en una casa de carpinteros, un clavo en el dedo no puede ser tan malo como estar a punto de ser disparado al aire. Y todo para agradarle a una pareja mediocre que está obligada a ver por ti hasta tus dieciocho años. Ya tienes diecisiete y medio, se te acaba el tiempo, bala. ¿Será que lo haces por miedo a que llegue la fecha? ¿O sí es porque de plano estás desesperado y quieres caer bien? 

Ya ni llorar es bueno, además estás tan apretado ahí dentro que no puedes limpiarte las lágrimas con tus dedos todos cochinos y sin uñas porque como tu mamá no te dio nunca de cenar, te comiste hasta las cutículas para no verte tan flaco. A ver si de milagro no se te empañan mucho los ojos, si no te vas a perder un vuelo precioso. O una muerte horrible, quemándote y con las tripas reventadas, escurriendo tus entrañas por la boca del cañón. 

Habrá que esperar, pero no mucho porque el enano que contrataron como maestro de ceremonias ya prendió un cerillo. Las tres tristes personas que juntó tu chistecito no aplauden, van a esperar a ver si lo haces bien. No te preocupes, en caso de hacerlo mal, ni siquiera te vas a enterar del silencio de los espectadores. Eso sí, todos admiran tu valor, vas a hacer esta idiotez sin casco siquiera. Tranquilo, nadie sabe que en realidad es porque tu papá no te quiso prestar el que usó él en sus días de gloria. Quizás no quiere que se lo abolles, tal vez quiere que te mates. 

Todo listo. No olvides gritar para sacar el odio, pero cierra la boca, no te vaya a entrar una mosca. Disfruta el vuelo, sin importar cuánto dure.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *