Las leyes, no lo olvidemos, son ordenamientos de la razón; no poemas humanitarios del corazón.
Padre José Antonio Fortea Cucurull
Este 16 de julio del 2021 se cumplen 31 veranos de la desaparición física de la hermana menor de la autora Cristina Rivera Garza. Liliana Rivera Garza, quien entonces tenía 20 años de edad y estudiaba arquitectura, fue asesinada en 1990, en la Ciudad de México, por un exnovio con el que mantuvo una relación intermitente desde sus años de la preparatoria hasta el octavo trimestre de la Universidad: Ángel González Ramos, el presunto culpable, quien continúa prófugo de la justicia mexicana hasta el momento de escribir este artículo.
“Fue un feminicidio”, defiende CRG, y esa la intención central del libro El invencible verano de Liliana (Editorial Penguin Random House, 2021): denunciarlo. El proyecto de escribirlo inició en 2019, es decir, veintinueve años después del asesinato y de decidirse a enfrentar “la culpa y la vergüenza” que le impedía abrir esas siete cajas de cartón, donde aguardaron pacientemente las pertenencias de Liliana. “Es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales. Este libro es para celebrar su paso por la tierra y para decirle que, clara que sí, lo vamos a tirar. Al patriarcado lo vamos a tirar. Pero esos documentos, que nos comunicaron con el pasado, no hablaban directamente con el presente”, enfatiza la autora de Había mucha neblina o humo o no sé qué.
Para hacer dialogar al pasado con el presente acudió a investigadores, abogados, amigos, contactos y gente que también había conocido a su hermana para así, juntos, engarzar la historia. A grandes rasgos, la hermana mayor funge como intérprete de las cartas, mensajes, pensamientos, sentimientos y escritos de la hermana menor. Una responsabilidad mayúscula, si entendemos que, para interpretar y acercarse a la verdad de lo ocurrido, se requiere de una mirada periférica, ampliadora que permita colegir los cabos sueltos. Aspecto sumamente difícil de lograr si solo se tiene en mente al patriarcado como colindante de todas las respuestas a la desigualdad y violencia sistémica que permea la sociedad y traspasa los cuerpos sin distinción de sexos (o géneros). Se convierte, entonces, en un reduccionismo que no aporta pistas ni datos, un reduccionismo incapaz de sorprender, incapaz de ofrecer directrices a propuestas de salud pública y legal: el hombre es el macho, el agresor, el violador y no hay otra razón: es la violencia que ya ves.
Con afán de recuperar el expediente de investigación acta del Ministerio Público 40/913/990-07, Cristina Rivera Garza viaja de Houston a la Ciudad de México. Por ello en el libro describe con indiscutible razón el viacrucis que representa la burocracia de la justicia mexicana, sin excepción alguna, independientemente de la naturaleza que a cada caso corresponda. La gente va herida, deshecha a cumplir con su deber de ciudadano a poner una denuncia que le llevará mucho tiempo, dinero, esfuerzo, declaraciones extenuantes y repetitivas con la esperanza de alcanzar la justicia.
Exhausta ya, harta ya, ya para siempre enrabiada
El encono feminista es retroactivo, sacan cadáveres del armario, repasan una y otra vez los resquicios de todo y de todos aquellos que tuvieron que ver con “la deuda”: “estamos exhaustas, hartas y para siempre enrabiadas” y prometen que lo van a tirar ¿a quién? Al patriarcado. A lo largo del libro, la autora invoca toda una serie de personajes y situaciones que deambulan por la ciudad de México para dar justificación a su eterna rabia tratando de descubrir mensajes cifrados por doquier: el profesor acusado de acoso sexual en la Iberoamericana, el manifiesto de Marea Verde Oaxaca contra la organización de la FILO, los reclamos feministas “por los feminicidios y la violación a una joven por parte de miembros de la policía local” (cuando una de las manifestantes le arroja diamantina rosa sobre la cabeza al representante de la Procuradora), el caso Lesvy Berlín Osorio: las dos “L” de Lesvy y de Liliana que la hacen colocar la punta de la lengua detrás de sus dientes superiores frontales, una fecha escrita que coincide con la fecha de nacimiento de su hermana mientras hilvana a los hechos la pegadiza creación del colectivo chileno Las Tesis: Un violador en tu camino. Todo le habla, todo significa algo, todo es sincronía entre la férrea decisión de buscar el expediente y las quejas de las feministas. Ante la advertencia de una de las servidoras públicas de que “Los expedientes no viven para siempre” CRG se pregunta ¿Por qué me tardé tanto? Su memoria la entrampa en todas las mujeres muertas, le trae los reclamos que le reclaman la muerte de tantas otras. Estar ahí, lo siente, como un sinónimo de sororidad, “¿Quién tiene derecho a decidir cuánto tiempo es mucho tiempo y cuánto es poco?”, espeta.
Es pertinente aclarar en este punto que El invencible verano de Liliana no llega a conclusiones absolutas, sino que la autora interpreta, describe y especula: “La tentación de reconstruir la vida de Liliana como una víctima inerme ante el poder avasallador del macho fue grande. Por eso he preferido que hable ella misma “, Rivera Garza lo reconoce pero, la tentación la sobrepasó, porque las causalidades que induce e interpreta a lo escrito por Liliana, a lo narrado por testigos, familiares y amigos se engarzan como una narración monótona de una llamada “estructura patriarcal”. Sin embargo, las cartas escritas por Liliana son copia fiel de las originales, aportando por sí mismas una exposición abierta y de amplio alcance a disponibilidad del lector para que piense por sí mismo, en las amenazas que la víctima no vio o sí vio de su victimario, si las decisiones correspondieron solo a la víctima o si fue forzada por las circunstancias y, en última instancia, como coadyuvante a identificar los focos rojos en nuestras propias relaciones.
Palabras que no existían…
Cristina Rivera Garza sostiene que nuestra sobrevivencia como mujeres subyace en saber nombrar a las cosas inventando nuevos nombres, que la falta de “lenguaje” es nuestra condena, inclusive, provoca que no sepamos reconocer cuándo estamos siendo tratadas mal y peligra nuestra vida. Que la palabra Feminicidio ha venido a darnos una nueva interpretación de las relaciones con el otro, en este caso, con los hombres. Pero, como siempre ocurre, no existe consenso unánime a tal aseveración.
Feminicidio: muerte de una mujer a manos de un hombre por el solo hecho de ser mujer
¿Los hombres odian a las mujeres por ser mujeres? Nuestro sistema penal así lo infiere: “Feminicidio es la muerte violenta de una mujer por razones de género”.
El consenso no es unánime con dicha sentencia porque, según distintas disciplinas y estudiosos del fenómeno, defienden que los seres humanos establecemos relaciones interpersonales encaminadas al desarrollo de su interacción, donde pueden surgir celos, pasiones, intereses y confrontaciones: “Yo no he visto hombres que salgan a la calle a matar mujeres por el simple hecho de serlo como si se tratara de nazis que van a buscar judíos por la calle”, explica el politólogo y escritor argentino Agustín Laje. “Yo no creo que la Teoría del Género esté solucionando la violencia contra la mujer porque no estamos yendo a las causas, se tiene que ir a la causa que genera el problema que se busca solucionar. ¿Qué dice el feminismo de género? “Nos matan por el solo hecho de ser mujeres”, eso no es una causa científica. No se puede generalizar de esa manera. Existen causas que debemos estar estudiando y no las estamos estudiando porque reducimos todo a una cuestión ideológica de una guerra de sexos. Ese es el discurso oficial. Es el input de las políticas públicas, parten de premisas falsas. ¿Por qué no estamos estudiando la correlación de las drogas dentro de la familia y la violencia contra la mujer? ¿Por qué no estamos estudiando ciertas patologías psicológicas y psiquiátricas en su correlación con los índices de violencia contra la mujer? ¿Por qué no estudiamos el alcoholismo? No estamos estudiando las causas porque nos gustan las ideologías. Con la idea del feminicidio estamos aportando ideológicamente la motivación del victimario para con la víctima. Motivación que nunca es confirmada por la justicia. Se bloquean las posibilidades de pensar y repensar y estudiar cuáles son los verdaderos motivos sociológicos y psicológicos de los asesinatos de mujeres. Equivocadamente se llega a la motivación del asesino sin un peritaje”.1
Reflexiono en aquello, en que no existían palabras para reconocer y escapar del peligro, y pienso en todas las mujeres de todas las épocas que supieron imponerse y marchar contra la corriente; infinidad de ejemplos que me convencen de que las mujeres siempre hemos decidido, esa es la palabra: saber decidir. Que nos hagamos cargo de la responsabilidad que conllevan nuestras decisiones es otro cantar. Transitamos por una época retorcida y embustera donde a las mujeres se nos utiliza como capital político. Todos llevan su agenda y tratan de acomodarnos en ella a base de imponernos el mote de eternas víctimas. Somos más las que nos negamos a ensanchar las filas del victimismo y de las cuotas. Recuerdo las canciones de Lupita D´Alessio, por ejemplo, como un glosario de cómo reconocer al necio, al estúpido engreído, egoísta y caprichoso, al payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso, enano, rencoroso y sin corazón. El “ya no siento nada al hacerlo contigo” es el sentimiento al desnudo frente a lo que no hace química con nuestra entrepierna. Mujeres de aquellos tiempos no tenían los términos actuales, sin duda, pero sabían reconocer cuando ya no querían estar con un hombre o poner tierra de por medio. La corrupción galopante de nuestro sistema legal mexicano es el problema.
Lo vamos a tirar, al patriarcado lo vamos a tirar
¿Qué significa patriarcado?: “Patriarcado es un sistema de gobierno que le prohíbe a la mujer participar en política y gobernar sobre el varón”2, explica el Profesor en filosofía de la universidad de Salta, Argentina, Jonathan Ramos. Por lo tanto, si tenemos la presencia de mujeres en casi todos los ámbitos de la estructura social, es consecuencia natural que exijan más, es su libertad y derecho, pero no se puede argumentar que nuestra sociedad occidental es un patriarcado. El filósofo acota, sin embargo, que debemos distinguir entre patriarcado y machismo. El machismo son conductas que se transmiten por cultura y tienden a someter a la mujer simbólica, moral y psicológicamente. “El machismo debe ser desarraigado como también el sexismo feminista que nos zambulle en una lucha de sexos”, puntualiza.
Para Roxana Kreimer, licenciada en filosofía y doctorada en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, afirma que El patriarcado no existe más, como el título de su último libro. En él, la autora realiza una investigación sobre los tres principales ejes que ocupan al feminismo hegemónico, guiada por un criterio científico. “Patriarcado significa el gobierno de los padres literalmente. Ese sistema existió, aunque hay algunas teorías que piensan que fue una distribución del trabajo de hombres y mujeres, el hombre en el ámbito público y las mujeres en el privado. Hubo un dominio de los padres. Quien investigue sobre la historia de la antigua Roma va a ver que el Paterfamilia era alguien que tenía en los orígenes derechos sobre la vida de sus hijos, la vida de su mujer y determinaba quién podía tener derechos ciudadanos. Todo eso ya no ocurre en la sociedad occidental”.3 El libro es el resultado de una exhaustiva investigación derivadas de hipótesis falseables de conceptos abstractos mediante procedimientos empíricos.
En general, los reclamos del feminismo hegemónico tienen que ver con: 1) La brecha salarial; 2) Techo de cristal; 3) Violencia de parte de los hombres contra las mujeres.
Para el primer reclamo, Kreimer asegura que la brecha salarial lleva un error de testeo porque suman lo que cobran todos los hombres y lo dividen por la cantidad de hombres y hacen lo mismo con las mujeres sin tener en cuenta que las mujeres en promedio y en todo occidente, trabajan menos horas fuera de casa y más horas dentro de casa. No se están tomando en cuenta las variables. La brecha salarial no tiene en cuenta el tipo de trabajo, las distancias de un trabajo que suelen aceptar mayormente los hombres, la disponibilidad para viajar, el tipo de riesgo, los días que se aceptan trabajar, las horas extras, si son madres de hijos pequeños, etc. La autora no niega que pueda darse esa desigualdad salarial, lo que asegura es que no es sistemática.
Lo que escasos estudios abordan es la Derivación de Transferencia de Recursos para las mujeres, por parte de los hombres, es decir, la mujer se queda más horas en casa y el hombre apoya con más recursos. Es cierto que no todas las mujeres están en pareja, sin embargo, hay que tenerlo en cuenta porque implica una división del trabajo establecida entre parejas que no puede ni debe ser eludida.
2do reclamo: Los cargos jerárquicos en manos de la mayoría de los hombres, mejor conocido como Techo de cristal. Kreimer asegura que existen profesiones u oficios por las que las mujeres se interesan más y al haber más mujeres en carreras profesionales como la docencia, la psicología, diseñadoras de modas, traductora, editoriales, etc. Es lógico que ahí sí se encuentren más mujeres jefas. Los estudios realizados por Kreimer demuestran que a las mujeres les gusta trabajar con personas, en cambio, a los hombres les gusta trabajar con objetos. Llegado a este punto, es necesario desprenderse del paradigma constructivista que cree que todo es reproducción de los estereotipos, no hablamos de capacidades sino de preferencias.
3er reclamo: La violencia sistemática en contra de las mujeres. En este rubro me tomaría demasiadas cuartillas exponer los argumentos del estudio de Kreimer al respecto. Sin embargo, la autora se enfoca en que debemos definir qué entendemos por violencia o violencias: violencia simbólica y micromachismos evitando el riesgo de caer en un victimismo extremo. Acepta que los hombres llevan ventaja sobre las mujeres basándose en su fuerza física, por eso, cuando el hombre agrede puede ser mortal.
Kreimer también analiza desde una perspectiva evolucionista el concepto de patriarcado. A la par del psicólogo evolucionista David Bass, ve factible el hecho de pensar que el patriarcado, posiblemente, fue creado por las mujeres porque, al preferir hombres con mayor fuerza y recursos para aparearse con ellas, promovieron la competencia entre ellos. De modo que el hombre no compitió históricamente con la mujer sino con otros hombres de otras tribus para lograr el éxito de apareamiento. La filosofa Christina Hoff Sommers se inscribe en la misma línea evolucionista y menciona la testosterona en los hombres como un factor determinante que los vuelve más competitivos y proclives a asumir más riesgos.
Embarazo inesperado
Volviendo al libro El invencible verano de Liliana, en el otoño de 1988, Liliana habla con una de sus amigas, ésta la nota algo extraña y le pregunta si le ocurre algo. Titubeante, Liliana le dice en voz baja “Creo que estoy embarazada”. No se encuentran más pruebas que aseguren al cien que eso fuera verdad ni si se sometió a un aborto. Dos semanas después, lo único que se anuncia es una corta frase de Liliana a su amiga: “Ya lo hice”. Un poema escrito en verso libre a mediados del mes de noviembre del mismo año, Liliana se transfigura en añoranza y tristeza por lo perdido. Podríamos suponer que, en efecto, un aborto pudo haber acontecido.
CRG defiende el derecho de las mujeres a decidir, y asegura que el problema del aborto clandestino las lleva a una muerte segura pero que su hermana tuvo suerte: “[…]El aborto es y ha sido un riesgo enorme para las chicas embarazadas porque es ilegal”, afirma. A estas alturas, el avance del libro me sitúa en los últimos capítulos.
Se hizo ley
El aborto se legalizó en Argentina un miércoles 30 de diciembre de 2020 hasta la semana 14. Con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
María Del Valle González López, de 23 años, presidenta de la Juventud Radical de La Paz, Argentina, luchó incansable por legalizar el aborto y murió sometiéndose al suyo el pasado 12 de abril del presente año. La joven acudió al hospital Arturo Lilia el 7 de abril para solicitar un aborto legal. Le fue suministrado Misoprostol, medicamento que se encuentra en el protocolo de la nueva ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).4 Desafortunadamente tuvo complicaciones, un cuadro de septicemia. La Fiscalía espera a los resultados de la necropsia para determinar si hubo negligencia médica. La familia ha decidido no manifestarse más al respecto.
El caso de María no es el único. Keyla Jones de 17 años solicitó un aborto legal con 7 semanas de embarazo. La doctora que la atendió, María Estrella Perramón, le suministró Misoprostol. La joven no reaccionó como se esperaba, fue internada en el Hospital de Esquel donde se le informó a sus padres que se había sometido a un aborto. La muerte de Keyla el 6 de diciembre de 2015 se produjo como consecuencia del proceso incompleto de aborto, es decir, no le fueron retirados los restos del producto dentro del útero, provocándole un shock séptico refractario.5
Nos han dicho que el aborto es seguro si se legaliza, debemos recordar que se trata de personas y lo que menos se debe hacer es predecir los resultados como infalibles. Un error cometido con una vida es suficiente para detenerse a considerar las ganancias y pérdidas de los riesgos. Ni una muerta más.
Síndrome post aborto
En Forbidden Grief (Dolor prohibido), la psicoterapeuta Theresa Burke en coautoría con el doctor David Reardon, fundador de The Elliot Institute muestran un estudio cualitativo a la experiencia del aborto, a las consecuencias emocionales y psicológicas que acarrea y cómo lo vive cada mujer, ya sea en silencio o acompañada. “Para las mujeres que abortaron es evidente la necesidad de evitar y negar esa experiencia, considerando el intenso dolor, pena y confusión que sintieron después de esta intervención que se supone haría mejores sus vidas. Nuestra cultura, lamentablemente no está preparada para manifestar, aceptar o incluso respetar el dolor post-aborto, ocasionando que su sanación se haga aún más difícil de lo que debería ser”.6 Por lo tanto, deslegitimar el testimonio de las mujeres que se han sometido o experimentado un aborto, anula el apoyo que se le brinda a otras por denunciar el acoso, la violencia, el piropo callejero y la violación. El “Yo sí te creo”, entonces, se convertiría en un proceso de selección que discriminaría a unas y aceptaría a otras. Eso sería inaceptable, porque todas las mujeres importan. Dar voz a las mujeres y creerles, también en este tipo de casos es preocuparnos y apoyarnos sin distinciones. ¿Quién tiene derecho a decidir sobre cuáles sentimientos son verdaderos en una mujer y cuáles no? ¿Cuáles experiencias son reales y cuáles son imaginarias?
Es justificable que las personas ignoren esto, lo que no se justifica es que la desinformación siga su curso. El aborto es un riesgo para la vida de la madre. Su legalización no lo vuelve seguro. Tanto si abortas como si no lo haces estarás sola, pero con una gran diferencia: la verdadera libertad está en la vida y no en la muerte. Liberar a otras del “secreto” que nuble todos los veranos es pensar con verdadera devoción en el bienestar de las mujeres, es ayudarlas, es amarlas, es apoyarlas.
Todo lo que podamos inferir sobre el último año de vida de Liliana, sus emociones y sentimientos es incierto. Liliana fue una gran mujer, de enorme talento e ingenio, pudo haber tenido un futuro prometedor, se revela en su escritura. En ella se hizo verbo una cualidad sagrada: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Un don que solo personas fuera de lo ordinario pueden ofrecer. Descanse en paz.
La corrupción galopante de nuestro sistema legal mexicano es el problema. Cualquier información de Ángel González Ramos, escriba a elinvencibleveranodeliliana@gmail.com #JusticiaParaLiliana
Referencias
1. Agustín Laje https://youtu.be/X0SDNIfrFEk
2. Jonathan Ramos https://youtu.be/izolWDheA0c
3. El patriarcado no existe más, Editorial Galerna, 2020. Roxana Kreimer. https://youtu.be/_7XyfGStGw4
4. María Del Valle González López, militante feminista muere tras someterse a un aborto seguro. https://www.teletica.com/internacional/joven-que-lucho-por-legalizar-el-aborto-murio-realizandose-uno_284008
5. Keyla Jones https://www.elpatagonico.com/adolescente-murio-un-aborto-y-llevan-juicio-la-medica-n1562690 6.Forbidden Grief: The Unspoken Pain of Abortion by Theresa Burke & David C. Reardon https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/1541/1/aborto-dolor-prohibido-karminski-burke.pdf