Una pintura: Siglo de Oro Español: la madurez artística: Margarita Teresa de Austria: sus meninas: una enana: Diego Velázquez dentro del cuadro. En Las meninas (La familia de Felipe IV), del pintor español Velázquez, nosotros somos los fotógrafos del momento: observamos que los personajes dentro de la pintura nos observan: posan: nos invitan a su intimidad: la actividad que están realizando: el lugar donde la están haciendo: la nitidez de cada elemento retratado. En la obra de Velázquez no solo somos fotógrafos, sino actores directamente —recorremos los espacios del cuadro conforme el pintor español nos va guiando para llegar a un factor sorpresa: el final del relato: nuestra interpretación personal—. Este efecto lo consigue el escritor michoacano Édgar Omar Avilés en sus cuentos recientemente compilados en La casa del atroz asombro (2023) por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Los personajes de los relatos de Édgar Omar Avilés rondan la cotidianidad: en ella lo fantástico ocurre. Un día cualquiera el protagonista encuentra a unos chicos riquillos que se hacen pasar por un ángel guía que lo llevara a un lugar celestial, el protagonista les cree y al final de que el plan malévolo de los chicos riquillos se realizó estos se encuentran con el verdadero ángel y terminarán en el lugar celestial. Este ejemplo mal ejecutado por un servidor es la prueba de que Édgar Omar Avilés busca el misterio y lo real en los momentos más efímeros del día a día. Los personajes secundarios de sus cuentos son risibles: aportan humor a la narración —que de por sí ya es complicado lograr este efecto dentro de la literatura— y, aunque en momentos el humor se lee forzado, Édgar Omar Avilés consigue remediarlo conforme la misma historia se lo permite, logrando que el humor se dé instantáneamente: sin insistir: sin pedirlo, la mejor manera de conseguirlo bajo la fórmula del escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia.
En los cuentos de Édgar Omar Avilés hay un juego entre el lenguaje y el habla: el habla es la genealogía de las costumbres personales y locales; el lenguaje es la contradicción viviente de ciertas estructuras que nos dicen cómo hablar, escribir, y en él nos podemos permitir ser rebeldes (destruirlo y crear uno propio) o solemnes (seguir catedráticamente la herencia). Édgar Omar Avilés logra que sus relatos sean un universo en sí y sus lectores los planetas que lo conforman, partiendo de la idea planteada por el poeta francés Stéphane Mallarmé.
En las descripciones de los lugares de sus cuentos hay intentos poéticos, otro talento oculto que podemos descubrir en Édgar Omar Avilés, pues este transita por otros géneros literarios como la novela, el ensayo y, por supuesto, la poesía, que ocupa para que las historias tengan ritmo y se lean musicalmente, además de que hace uso de elementos eróticos —en algunos relatos con exageración— para darle esencia a las escenas más íntimas de sus personajes, así como la visita de estos a mundos oníricos. Sus cuentos transitan entre la primera, segunda y tercera persona y abordan temas sociales desde el microcosmos (ángulos diferentes que no caen en lugares comunes), como el clasismo y machismo. Aunque los finales terminan en lo predecible, es en los inicios y desarrollos donde la fuerza narrativa de Édgar Omar Avilés está: entre el relato breve y largo sus personajes reflexionan sin que el autor plasme sus opiniones: son independientes de cualquier ideología ajena, como ocurre en el relato «El extraño caso de Martha»: uno de los cuentos más atrevidos —en cuanto a temática— de los que se han escrito en las letras mexicanas del siglo XXI.
Édgar Omar Avilés es partidario de las ideas del francés Roland Barthes en El placer del texto: en un texto se debe asumir la noción de placer en la teoría del texto, aunque este sea de denuncia. En una moda editorial mexicana donde la no ficción: la autoficción: los libros (precisamente) de denuncia se premian: se alaban: se promocionan y se venden como bolillos recién sacados del horno, la ficción que realiza Édgar Omar Avilés desde un México que es más que los problemas estructurales de la violencia de la que los mexicanos somos parte, es una resistencia: hay otra literatura: otras ideas: otros temas: otra manera de narrar: otra ironía en las problemáticas que hoy y a futuro nos competen.
El libro está disponible en la tienda en línea de la Editorial Universitaria UANL.