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Poesía

el rinconcito de silvia (IV): I am woman

He basado toda mi identidad en lo que los hombres opinan de mí.

Soy bonita si ellos lo dicen, soy inteligente si lo pronuncian sus labios, soy deseable sólo si sus ojos me buscan. Me he pasado toda la vida queriendo ser querida, intentando serlo. He llorado mucho cuando me han hecho sentir invisible, he sangrado por dentro todas las veces en las que me han roto el corazón. Porque me han roto tanto el corazón sé que lo he prestado sin miramientos, he dicho: “¿me quieres? toma, es tuyo”. Y sé que todavía no ha llegado la última vez. Pero ahora, esta noche de madrugada, todavía con la canción de Helen Reddy en la cabeza, pienso que estoy agotada de buscar amor cuando albergo tanto dentro de mí.

Sigo queriendo ser querida, ser deseada, tocada, amada, ser para otros. No creo que esté en nuestra naturaleza ansiar nada menos y, sin embargo, a las mujeres se nos ha arrebatado la oportunidad de querer todo eso y a la vez saber que podemos ser queridas, deseadas, tocadas y amadas, aunque ningún hombre nos mire, aunque no nos elijan. Estoy cansada de esperar, de cerrar los ojos e imaginar una vida en la que soy la primera opción de otra persona cuando me he pasado mi propia existencia eligiendo a los demás por encima de mí. Estoy agotada, lo digo plena y sinceramente, agotada hasta la saciedad de sentir que valgo menos, que debería ser más, mejor, diferente, suficiente.

También sé que esto no es solo mío. Que este dolor que me embriaga ha sido un mejunje dulce y adictivo que las mujeres hemos mamado desde nuestros primeros pasos. La sociedad nos ha enseñado cómo debemos ser, a qué debemos aspirar, qué es el amor y qué hemos de estar dispuestas a dar por él. ¿Y si ya me he cansado también de eso?, ¿y si lo único que quiero es sentirme libre? Sentir que se me permite no ser perfecta, que no tengo que cuidar a ningún hombre que no sabe hacerlo por sí mismo. No soy madre ni pretendo serlo. No necesito aprobación ni que me alaguen ni que me digan qué ropa me sienta mejor. No necesito escuchar cómo debería ser mi cuerpo ni de qué manera he de comportarme. No tengo por qué explicar cómo me siento con miedo a sonar exagerada e intensa, ni hacer de terapeuta para paliar su falta responsabilidad afectiva. No estoy en este mundo para enseñar a un hombre a cómo hablar de sus sentimientos ni cómo gestionar sus emociones. No estoy para aguantar, ni para enamorar ni para hacerles mejores personas. 

Existo por muchos motivos, elijo otros tantos. Y ahora, en esta madrugada de abril del año donde más ha cambiado mi vida, me permito escribir que estoy cansada y que quiero hacer algo al respecto. Quiero que seamos capaces de hacer algo al respecto y cuando cerremos los ojos, no soñemos con ser más de lo que somos.

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