La ópera prima del director Valdimar Jóhannsson, Lamb (2021), exploraba los estragos de la pérdida y la crueldad de la condición humana, en una lejana granja de la provincia islandesa; en The Medium (2021) de Banjong Pisanthanakun, un ritual de exorcismo en Tailandia se quiebra y la vorágine de horror lo engulle todo, con su formato de falso documental; Midsommar (2021) de Ari Aster, proponía visitar una aldea remota en Suecia, donde unas vacaciones exóticas se convierten en intensas pesadillas, a plena luz del día. El folk horror, término adjudicado al director británico Piers Haggard mientras hablaba de su filme Blood on Satan’s Claw (1971), rastrea entre lo insólito de tradiciones y costumbres globales; los entornos se abigarran y brota el misterio, lo ominoso.
Si en La región salvaje (2016) de Amat Escalante el folk horror se escurría entre los tentáculos de una criatura insaciable de violencia y sexo, en Feral (2018) de Andrés Kaiser lo siniestro brotaba del interior, desde los traumas de la infancia; en Mal de ojo (2022) de Isaac Ezban, eran la brujería y un aislamiento aterrador los detonantes de la lúgubre trama, que culminaba en un viaje sin retorno, con la pérdida de la inocencia.
En México, el folk horror se ha convertido en un subgénero escaso, pero bien explotado, con ejercicios interesantes donde se aprovechan las diversas leyendas, supersticiones y creencias, un caldo de cultivo para la creación de atmósferas oscuras, en las que el ser humano se ve amenazado por elementos que en muchas ocasiones, no puede explicar. En el estado de Michoacán existe la leyenda sobre una hermosa mujer que se aparece en las comunidades alrededor del lago de Pátzcuaro, hechizando con su belleza a los hombres. La Miringua es una entidad siniestra que acecha en la humedad del lugar, llevándose al fondo del lago a sus tristes víctimas.
Un cuento de pescadores (2024) adapta esta popular leyenda purépecha, hilvanando cuatro relatos que se desarrollan en aquella comunidad michoacana, en los que La Miringua (Ruby Vizcarra) vigila a personajes rebosantes de carencias emocionales, carcomidos por la ira y la soledad: un perturbado joven (Andrés Delgado) con problemas de alcohol, es castigado con visiones tétricas; el huraño pescador (Jorge A. Jiménez), embelesado por una jovencita (Renata Vaca) que no es lo que parece; la tragedia de una pareja adolescente (Anna Díaz y Agustín Cornejo), provocada por los resentimientos de las hermanas de ambos; finalmente, la fatalidad de una historia de amor turbulento entre Berenice (Alejandra Herrera) y Alicia (Daniela Momo), que llega a una apoteósica celebración donde la sangre brotará eternamente.
Se trata del segundo largometraje del director mexicano Edgar Nito, quien hace unos años presentó la tremenda Huachicolero (2019), fusión de coming-of-age y realismo social, en el que ya se esbozaban seres atrapados en entornos adversos con destinos apuntados irremediablemente a la desdicha. En Un cuento de pescadores, las turbias aguas del lago funcionan como una metáfora de la oscuridad en la condición humana; el folk horror se extiende por los caudales de catástrofes heredadas, excesos, violencia latente y el odio como común denominador y manjar de La Miringua, que parece nutrirse de la rabia que escupe cada personaje (inolvidable secuencia con la Danza de los Viejitos, generando tensión y horror).
El radiante elenco del filme mezcla la experiencia de nombres como Mercedes Hernández y Noé Hernández, con la frescura de Andrés Delgado, Alejandra Herrera, Hoze Meléndez, Renata Vaca, Jorge A. Jiménez, Anna Díaz y José Antonio Becerril. Dentro de este joven cast, sobresale la actriz veracruzana Daniela Momo, quien interpreta a Alicia, una intensa chica pescadora que tendrá que reponerse del quiebre de sueños e ilusiones, cuando Berenice le parta el corazón.
Daniela, platícame cómo entras al mundo de la danza y la actuación. ¿Qué provoca tu incursión en el arte escénico?
Yo soy de un pueblito de Veracruz, Faisán, que es muy pequeño y no hay mucho que hacer; recuerdo que en una Navidad, hubo una pastorela en el pueblo, yo estaba pequeña y cuando la vi, pensé que yo quería hacer eso. Y bueno, también recuerdo que mi abuela veía telenovelas y yo luego las veía con ella y también sentía que yo quería hacer eso de grande.
En la secundaria, bailaba danza folclórica – bueno, supongo que todo mundo lo hace en esa etapa de la vida. Cuando estaba en la prepa, yo quería presentar en la Universidad Veracruzana para Teatro, pero me dio miedo y entré a estudiar Ciencia Política; estando en esa carrera, empecé a tomar talleres de actuación y también comencé a tomar danza contemporánea, ballet y danza moderna.
Recuerdo que tenía diecisiete años y me sentía grande para cambiar de carrera. Me di de baja temporal y comencé a entrenarme de lleno en la danza y en la actuación; al siguiente año, presenté para la Facultad de danza de la UV pero no quedé, me traumé porque además fui la primera en la lista en no ser aceptada.
Regresé a ciencia política, pero seguí con el entrenamiento de danza y teatro; pasó un año y presenté al CUT de la UNAM y quedé y me vine para CDMX; al terminar el CUT, estuve haciendo teatro y me fui a España a un festival de teatro de calle con la compañía con la que trabajaba y en ese festival vi mucha danza y me di cuenta de lo mucho que la extrañaba.
Cuando regresé, empecé a buscar escuelas en el extranjero y apliqué a una en Nueva York y quedé y me fui cinco años; luego de NYC, me fui a Europa, estuve un par de meses y me agarró la pandemia y me regresé a México; la verdad no regresé al país porque quisiera regresar, pero me gustó haberlo hecho.
En el 2022, me regresé a NYC y justo me vine a CDMX a tomar un taller de teatro y en ese lapso, me invitaron a La hora marcada e hice el casting para Un cuento de pescadores y una cosa llevó a la otra. Terminé quedándome. Y pues fue más o menos así, siempre quise hacer lo que hago; me costó tomar la decisión de hacerlo, pero una vez que la tomé, ya no hubo vuelta para atrás.
¿Quién es Alicia en Un cuento de pescadores?
Alicia es una pescadora y pues es una morra que considero fuerte y que está enamorada de su mejor amiga y además es correspondida. También considero que es una mujer aventada, apasionada y que es fiel a lo que siente.
¿Cómo fuiste delineando al personaje?
Yo creo que, hablando específicamente de la actuación, todo viene en el texto, es el punto de partida, y fue a partir de leerlo que me fui creando imágenes de ella; Alicia soy yo, ella tiene mi cabello, piel, mi voz, mi cuerpo, pero yo no soy Alicia, entonces lo que hago es acercarme al personaje y cómo resuena ese personaje en mi cuerpo, con qué conecto y con lo que no conecto, trato de indagar en por qué no estoy conectando -a veces pienso que lo que sientes que te aleja de un personaje, es lo que más te acerca.
Más o menos fue por ahí. Siento que yo parto mucho también del cuerpo y de indagar en este. Y pues lo demás, se fue dando ya en el set, a la hora de crear, el estar presente con el otro; “Hacer para creer”, decía mi maestro de actuación del primer año del CUT. Finalmente, creo que la actuación también es eso, estar presentes con y frente al otro, nunca se actúa solo, siempre hay un interlocutor.
¿Cuáles son los temas que atraviesan la película?
Me parece que el tema principal de la película es lo humano, y con esto me refiero a la naturaleza de este, incluyendo lo biológico, lo social y lo psicológico; dicho esto, para mí la película indaga en lo profundo del ser, lo que uno como ser humano es…lo bueno, lo no tan bueno, las pasiones, anhelos, deseos y todo la mierda que podamos llegar a tener.
La película es un reflejo de lo que somos y por eso es fácil llegar a conectar con algunos personajes y creo que el terror de esta, radica en lo que uno como ser humano puede llegar a hacer, en esos pensamientos que llegan a ti y que no puedes controlar, en esas ganas de querer matar a alguien, en el no controlar nuestros impulsos más bajos.
Y, bueno, creo que a partir de eso hay como otros subtemas: la contaminación de un lago, el pensamiento mágico, el pensamiento conservador en donde dos mujeres no pueden estar juntas abiertamente, el de los “vicios” que se pueden llegar a tener en los pueblos. Bueno, yo lo traduzco a lo humano.
¿Cómo fue el trabajo en el set, con la dirección de Edgar Nito?
Pues estuvo chido, me parece que Nito es un morro bien rifado. A mí lo que más me gustó de trabajar con él, fue que nos dio mucha libertad. Recuerdo que en la primera escena que filmamos, llegó y preguntó qué íbamos a hacer, que era nuestro personaje y que hiciéramos lo que quisiéramos y a mí eso me encantó. Para mi está bien chido tener ese tipo de libertad, porque me permite jugar, buscar, indagar y divertirme. Fue lindo.
Hace tiempo participaste en el capítulo El temblor, de la serie de terror La hora marcada (2023). ¿Te atrae el género de horror? ¿O en qué género te sientes más cómoda?
La verdad es que creo que fue simplemente una casualidad, a mí un amigo me invitó a La hora marcada, y luego llegó Un cuento de pescadores. La verdad es que se dio así. Y creo que en cualquier género en el que se actúe, una siempre busca la verdad, que sea verdadero lo que esté sucediendo dentro del personaje, y pues por lo mismo no sé si me sienta más cómoda haciendo algún género en específico. Para mi todo tiene que ver con el despojarse y en no dar por hecho a la hora de interpretar, para mi actuar es jugar y por eso siento que el género no me importa tanto.
Tú vienes desde una de las artes más poderosas, la danza. ¿Cuáles son para ti las principales conexiones entre la danza y el formato audiovisual?
La conexión principal es el cuerpo. El cuerpo es el punto de partida. Una para actuar pone el cuerpo, que es un cuerpo lleno de historias y es como dar un salto hacia dentro de ti, que te permite indagar y descubrir. Y para bailar también. El cuerpo guarda todo…el cuerpo recuerda.
Recuerdo que hace tiempo, un amigo me dijo que sentía un impulso en su cuerpo por hacer un corto, que su cuerpo se lo decía, y siento que de ahí viene el impulso primario. Supongo que otra conexión, seria tal vez la capacidad de ambas para contar historias a través del movimiento y de la imagen.
¿Cuáles son los artistas que más te gustan y a qué obras regresas para tomar inspiración en tu arte?
Soy fan de Pina Bausch y José Limón en la danza; Magritte, Van Gogh y Monet en la pintura; en la música me gusta de todo, me inspiran Bach, Yo-Yo Ma, Yann Tiersen, Colin Stetson, John Cage, Ludovico Einaudi, Max Richter (aunque siento que ya todo el mundo lo usó para todo) y Olivier Messiaen, serían los principales. También soy fan del son jarocho y del son cubano.
Libros que me encantan y que han despertado algo en mí son: Pedro Paramo, El principito, Esperando a Godot, Rayuela, Altazor (uno de mis tops), Siddharta, Retrato del artista adolescente, El político y el científico, Crimen y castigo, La cabeza de mi padre y poesía (Rubén Dario es de mis favoritos).
Y de cine Dogville (2003), Courage (1986), Mi vida en rosa (1997) y Los puentes de Madison (1995). No sé si inspiración como tal, pero he descubierto algo con ellos o han movido algo en mí. Y bueno, últimamente practico danza africana y es muy divertido.
***
Un cuento de pescadores tuvo su estreno en salas mexicanas el 30 de abril de 2025, luego de su paso por el Festival de Sitges en Cataluña y el Festival Internacional de Cine de Morelia el año pasado. Varios elementos confluyen en la efectividad de este folk horror mexicano: la estilizada fotografía en formato académico de Juan Pablo Ramírez (quien también trabajó en Chicuarotes (2019) de Gael García, 7:19 (2016) de Jorge Michel Grau, la serie Belascoarán (2022) y La cocina (2024) de Alonso Ruizpalacios), que atrapa a los atribulados personajes; el guion, cargado de misticismo y angustia, escrito entre Edgar Nito y Alfredo Mendoza (con quien ya había colaborado en Huachicolero); el score, relevante ejercicio que fusiona tonos e instrumentos prehispánicos, de la autoría de Odilón Chávez, Nicolás García Liberman, Leonardo Heibleum y Emiliano González de León.
A lo largo del metraje de Un cuento de pescadores, Daniela Momo aparece en algunas de las secuencias más intensas y estéticamente más hermosas de la película. Le preguntó cuál es la más memorable para ella: “La secuencia del pescado con Jorge, la de la boda y la de abajo del agua”. Los primeros planos de la actriz, irradian al inicio la emoción del amor que llega, para paulatinamente, irse diluyendo en la aflicción de saber que su pareja se casará, dejándola sola. Alicia descama agresivamente un pescado mientras Berenice le extiende la invitación a su boda. Casi puede verse, justo ahí, como el corazón se le destroza en ese atardecer en el muelle.
Daniela, ¿cuáles consideras que son las principales virtudes de actuar, de representar la realidad?
No estoy segura de esto que voy a decir, pero yo creo que cuando se actúa no se representa a la realidad, porque esa historia que se está contando no existe en esta realidad de este momento, existe en tanto que la estamos contando, o tal vez pertenece a su propia realidad de la ficción, pero no es parte de esta, pero que no sea parte de esta realidad no quiere decir que no sea verdadera.
No sé si me explico. Yo cuando actúo, trato de encontrar verdad y de ser honesta. También creo que lo principal es estar presentes con el otro. Ya lo había mencionado antes, pero no dar por hecho cosas del personaje, porque si yo doy por hecho, me cierro a otras posibilidades de juego con el personaje; es decir, el personaje es una gama de colores y si yo doy por hecho que solo es blanco, me pierdo de otros matices.
Creo que ahora me gusta abordar más el personaje desde la incertidumbre; digo, evidentemente, uno trabaja internamente, pero a la hora de estar en el set o en el escenario no hay un deber ser o un deber de hacer o de llegar a, dejo que suceda, como un salto al vacío…no sé, construyes y después se juega con eso. Tenía una maestra que decía: “No hagas que suceda, deja que suceda”. Y esa frase me hace sentido en la actuación y para todo.