Irán es uno de los pocos países en donde cubrirse con el velo es estrictamente obligatorio por ley para las mujeres, pero no siempre fue así. En 1979, tuvo lugar la Revolución Iraní la cual supuso el final del sistema monárquico del régimen del Sha y estableció oficialmente la República Islámica de Irán. La teocracia implementó los principios islamistas radicales como doctrina de Estado con el fin de detener el proceso de occidentalización que se estaba llevando a cabo en el país.
El uso político del islam desempeñó un papel primordial en la eliminación de la oposición política y los derechos de las mujeres fueron restringidos en el marco de una represión brutal vinculada a la sharía, la ley islámica. A partir de este momento, nuevas reglas surgieron y fue cuando las mujeres tuvieron la obligación de cubrirse con el velo y evitar ciertos lugares en público. Cuarenta y tres años después de este evento histórico, los cambios estructurales políticos y sociales que derivaron de él continúan definiendo el rumbo del país.
De la mano con el establecimiento del nuevo régimen, surgió la institución denominada Policía de la Moral encargada de vigilar el comportamiento de las personas en la esfera pública. Esta institución lleva a cabo los controles de la moralidad que consiste en vigilar que las personas, sobre todo mujeres, cumplan con el código indumentario que el islam impone.
Las leyes islámicas son estrictas y obligan a las mujeres llevar el pelo debidamente cubierto con el velo en espacios públicos, entre otras restricciones como portar ropa ajustada o maquillaje excesivo. De no acatar las reglas, se enfrentan a multas, torturas, encarcelamiento o incluso la muerte. La legislación iraní no solo les quita el derecho a elegir a las mujeres, sino que atenta contra otros derechos humanos y promueve la violencia física, psicológica y verbal en contra ellas.
El reciente asesinato de la joven Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moral por no llevar el velo colocado de manera correcta desató una ola de protestas en el país en contra de la imposición del velo obligatorio. Hasta la fecha, un gran número de iraníes han sido arrestados por manifestarse y al menos 100 personas han perdido la vida. En este contexto, es importante destacar que las protestas no son en contra de la religión islámica, sino en contra del control del cuerpo de las mujeres por parte del Estado y su derecho a decidir entre portar el velo o no sin ser agredidas.
Más allá del uso opcional del velo, las mujeres iraníes buscan conquistar otros derechos, libertades y oportunidades que el régimen les ha arrebatado. El velo se ha convertido en un símbolo que las conecta a todo tipo de discriminación a manos de un régimen que teme a las mujeres y este levantamiento es la culminación de años de protestas contra la represión.
Los gritos de protesta han llegado a diferentes rincones del mundo en donde se están llevando a cabo diversas manifestaciones en las embajadas de Irán exigiendo la libertad de las mujeres iraníes, así como diversos actos de resistencia en solidaridad internacional, como cortarse el cabello.
Las mujeres en Irán, en comparación con otros países en la región, tienen una gran participación política y social. Su presencia en las calles refrenda su valentía y compromiso por luchar para que sus derechos sean reconocidos y sus cuerpos dejen de ser sometidos a vigilancia policial. Pese a la represión del régimen, las protestas fortalecen la lucha de las mujeres iraníes para que puedan tener una vida sin restricciones sociales y así, una vez más, escoger libremente su forma de vestir sin que esta acción ponga en peligro su vida o atente en contra de su dignidad humana.