Alguien habla y se le interrumpe con un mal chiste donde la última vocal se alarga, se exagera. Todo se exagera esta noche en el Multiforo Alicia, todo menos el reconocimiento a José Agustín, ese se queda corto, cortísimo.
Huele a un ente chilango y huele a Ciudad de México.
(Aclaración: según las reglas no escritas (que son las que más importan) la chilanguez, como condición, implica el nacimiento en un sitio diferente a la gran ciudad y el vivir en ella).
José Agustín jugó a ser chilango y a ser cultura de la Ciudad de México, a nacer en la Ciudad y vivir en Acapulco para volver a la Ciudad. Jugó a ser contradicción y a hacer literatura, a ser literatura.
Hay muchas combinaciones en ese Multiforo Alicia, que lleva 27 años siendo falsa contradicción entre ambas condiciones. Y sin embargo, como la Ciudad y como el ser chilango, funciona.
(Funciona como funcionó José Agustín, un joven en el cuerpo de un viejo, un rockero que no se quiere morir, pero que como estrella de rock dice que se va a morir a los 27 por voluntad propia, la voluntad de la estrella de rock que no quiere ser estrella de rock, y sin embargo, a veces disfruta serlo; y sin embargo, funciona).
La periodista musical Patricia Peñaloza se refiere al ente como “el ñoño promedio que quizá somos todos”. Habla, por supuesto, de José Agustín, pero sacando de contexto podría hacerlo también del Multiforo. Ella también dice que “vive en sus veintes eternamente”. Lo hace de Agustín como puede hacerlo del Alicia.
Cuenta que “llega para ensordecer a los viejos rancios engominados de mierda”. “Es rocanrol”, insiste.
La noche juega a llegar a su clímax y a ser melancolía. Mientras tanto, toda la gente del lugar escucha una canción que ella pone en su celular y en un micrófono, y Juan Villoro baila moviendo su cara.
Claudia González, también periodista, cita a diversas fuentes al considerar que José Agustín es “un don que sí se metería al slam”. Rocanrol.
“¿Será que el tal José estaba muy agustín en la literatura?”, pregunta Iván Nieblas El ‘Patas’, también contador e investigador de la historia musical mexicana.
Luego presume, casi a gritos, que “¡es la verdadera Secretaría de Educación Pública!”. Él aprendió leyéndolo en el tráfico de la periferia de la Ciudad de México. Y aprendiendo se enamoró.
También hablan sus hijos José Agustín y Jesús Ramírez. Los dos recuerdan que su papá instruyó “a la familia con música” y coinciden en que “fue un símbolo libertario de los sixtees”. Carretera, canciones, literatura: amor.
José habla de un ambiente rupestre y así se siente el Multiforo. Y no es sólo por la presencia de Israel Ramírez, el cantante de Belafonte Sensacional y heredero legítimo de Rockdrigo González. Todo parece encajar en esos medios ochentas. Todo, hasta los chistes gritados para interrumpir, para sentir placer en la interrupción.
Juan Villoro define los libros de José Agustín usando una frase de Carlos Castaneda: objetos de poder. Y lo explica: “son objetos de poder porque son espejos”.
El espejo en el que quería reflejar lo que quería ser.
Juan admite que de niño su vida no era muy divertida, pero que después de leer ‘De Perfil’ “cambió para siempre” porque se dio cuenta de que “podía ser divertida si sabía narrarla”. Y entonces empezó a narrarse.
También comenta que es el “escritor más radical que ha existido en México en mucho tiempo”. Radical porque habló de la “santísima trinidad mexicana”: “racismo, clasismo y machismo”.
Reconocer males.
Villoro dice que José Agustín fue “víctima de la fama” y que “hay que tener cuidado con lo que queremos”.
Reconocer bienes. Reconocer, vienes. ¡Hasta en eso grita identidad chilanga la noche!
Y la noche no termina porque Belafonte, Israel Ramírez, se sube a tocar y toca queriendo ser José y toca como queriendo tocar a Agustín y termina tocando lo mismo que tocó él: a la gente que no sabía lo que quería ser, pero que era; al ADN que es ADN chilango, de la Ciudad de México y chilango y de la Ciudad de México: al ADN de la contracultura y al del Multiforo Alicia también.