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Nigeria y sus contrastes

Fui capaz de sentir la pobreza y opulencia en un mismo lugar. La desdicha y el gozo en un parpadeo.

Lagos es exactamente como alguna vez un extraño viajero me la describió mientras esperábamos a abordar un vuelo y hablábamos de cualquier cosa para matar el tiempo: una ciudad caótica pero fascinante. ¿Cómo fue que viviste en Nigeria?, pregunté curiosa. Llegué por trabajo. A Nigeria no se llega por turismo. Eso sí, si la vida te asienta ahí, vaya que es difícil querer partir, me dijo. 

Curiosamente, un par de meses después, conocí a Oluwaseyi durante mi maestría en Francia. Nos hicimos amigas y después de varias charlas, entre vinos, le dije que en algún punto me gustaría conocer su país. Prometió invitarme, y lo hizo: fui a su boda como dama de honor.

Desde el primer momento, ahí en el aeropuerto, todo me pareció completamente diferente, pero a la vez un tanto cercano. Dicha cercanía tal vez fue por el bullicio, el calor, la gente hablando a gritos; o quizá fue por el policía tratando de obtener una ‘mordida’ al revisar mi cartilla de vacunación. Pero lo más probable es que haya sido por la sonrisa que te regalan los nigerianos al hacer contacto visual.

Fue una travesía llena de contrastes. Dependíamos en su totalidad de un chofer que nos acompañó a todos lados por razones de seguridad. Era una sensación incómoda y emocionante a partes iguales encontrarte completamente vulnerable ante una situación desconocida. 

El tiempo pasa lento mientras te enfrentas al embotellamiento y caos vial usual de la ciudad. Hacía calor, mucho. Afuera era un jolgorio. Estaba inquieta y hambrienta. Entonces me percaté, desde el puente en donde estamos prácticamente estacionados, que hay una laguna que cruza la ciudad y separa dos mundos. Por un lado, se encuentran las llamadas aldeas flotantes de Makoko, las cuales eran inicialmente una pequeña comunidad pesquera, hoy convertidas en el hogar de unos 300 mil ‘’paracaidistas’, quienes viven informalmente en una ciudad con casas hechas de restos de madera sostenidas con vigas sobre el agua. Por el otro lado está la exclusiva isla Victoria, la cual alberga a los afluentes millonarios y expatriados que viven en la versión nigeriana de South Beach.

Cuando se trata de festividades, se echa la casa por la ventana. En Nigeria se celebran tres bodas. La ceremonia tradicional es un acuerdo entre las familias. El novio pide la mano de la novia ante sus padres, prometiendo amarla y cuidarla, ofreciéndoles regalos a cambio de su hija. Al final, ambas familias se convierten en una misma, se abrazan, bailan y cantan con júbilo. La siguiente parte es la ceremonia religiosa, que culmina con una fiesta de aproximadamente mil invitados. La entrada de los novios es espectacular, los tambores tocan con enjundia, mientras los invitados avientan dinero en ráfaga como gesto de bendición al matrimonio. El estatus en Nigeria es importante.

Fui capaz de sentir la pobreza y opulencia en un mismo lugar. La desdicha y el gozo en un parpadeo. Aunque probablemente tengan más motivos para sufrir, la vida en Lagos se disfruta con una pasión avasalladora que regocijó mi alma. La hospitalidad, humildad y calidez de los nigerianos transformó mi viaje en una experiencia insuperable.

Una respuesta en “Nigeria y sus contrastes”

Bravo Flaquito, sigue transmitiendo tus vivencias y experiencias personales y profesionales, porque todavía tienes muchas más por contar, no las acumules, Te Quiero Mucho !!!

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