Acostado en la vieja cama, pero con la esperanza que los cantos de la luna permanecían en casa, él recuerda a Alma. Ella, la vecina de los latidos de su corazón que se fue en la estación del último tren de la Sábana.
Sin dinero en sus bolsillos y el mal sexo, rutinas vencieron al amor. Fue su reflexión.