Categorías
Historias

Sin tiquetes

La llamo. No he de llegar a casa sin el ramo de sus orquídeas y el vino blanco que endulza sus labios. A partir de esta noche no seremos los mismo aseguro Karen, mi mujer. No lo fuimos. Tenemos dos gemelas que alegran nuestros corazones, pero sin tiquetes fue nuestro matrimonio que culmino en una sala de audiencias del juzgado.


He vuelto a ser el estudiante del ayer que recorre el centro de la ciudad sin expectativas del futuro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *