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Un gato, un trauma y un cliché: la octava de Aronofsky

No es una película profunda ni trascendente, pero sí un testimonio de cómo incluso los cineastas más solemnes intentan, a veces, reírse un poco de su propio estilo.

Hace unas semanas se estrenó en México Caught Stealing, la nueva película del director Darren Aronofsky. Reconocido por intensos dramas como Requiem for a DreamBlack Swan y The Whale, esta obra, la octava en su corpus fílmico, representa un giro del tono al nos tiene acostumbrados.

La historia sigue a Hank Thompson, interpretado por Austin Butler. Hank es un bartender alcohólico, traumatizado por un accidente que truncó su carrera como beisbolista, y que debe cuidar al gato de su vecino. Sin embargo, ese vecino guarda un secreto que termina por atraer a diversas mafias. Tras una golpiza, Hank se ve envuelto en una carrera por salvar su vida, la del gato, la de su novia y la de sus seres queridos. Ah, se me olvidaba mencionar que los Giants de San Francisco juegan, misteriosamente, un papel central en la película.

Caught Stealing (2025, Darren Aronofsky).

La actuación de Butler demuestra que, tras su insufrible papel como Elvis, aún es capaz de despertar sentimientos en el espectador. Es, para mí, el gran acierto de la película. Pero resulta difícil justificar una cinta en la que lo único que ocurre es que Bad Bunny (porque, por supuesto, tenía que estar Bad Bunny), Regina King y varios más corretean por una Nueva York ambientada en los noventa a Austin Butler.

La novia de Hank es interpretada por Zoë Kravitz. La decisión de Aronofsky fue que mostrara los senos, tuviera sexo con el protagonista y muriera. Todo ello como simple motivación para que el héroe masculino se enfrentara a los villanos, que, por cierto, son puertorriqueños, negros y judíos.

En 1994 la crítica feminista Gail Simone bautizó como Women in Refrigerators la tendencia de sacrificar personajes femeninos para detonar la angustia o la transformación del héroe masculino. Aquí también la mujer queda reducida a un catalizador dramático más que a una figura con agencia propia.

Caught Stealing (2025, Darren Aronofsky).

Una historia de corrupción y violencia que, aunque llega a ser graciosa por momentos, no conduce a ningún sitio. La película no quiere decir nada. Eso la convierte en un amasijo narrativo inconcluso, con personajes poco trabajados, un defecto habitual en la obra de Aronofsky.

Si se deja de lado lo anterior, uno de los aspectos positivos es que los 40 millones de dólares invertidos se justifican en la minuciosa recreación de la Nueva York noventera. También resulta destacable que Aronofsky se haya alejado de su zona de confort. Aunque el cambio de estilo sorprende, permite ver destellos de su marca visual y de su interés por personajes marcados por el trauma.

La apuesta de Caught Stealing funciona como un experimento arriesgado dentro de la trayectoria de Darren Aronofsky. El director abandona sus dramas psicológicos para entregarse a un relato de persecuciones y absurdos que, aunque irregular y cargado de clichés, muestra cierta capacidad de reinventarse. No es una película profunda ni trascendente, pero sí un testimonio de cómo incluso los cineastas más solemnes intentan, a veces, reírse un poco de su propio estilo.