Es fácil hacer memoria,
recordar mi escuela
con sus breves mañanas soleadas,
sentir el café diluido en agua
y el olor a cigarro dulzón;
recordar a mis profesores,
no recordar las clases
a las que prefería no ir,
escapar del búnker
y el amor en aulas vacías;
lo que es difícil,
a pesar del reloj,
es escapar del recuerdo.