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Historias

Vouyerismo a medias

No sé cuántas veces sonreímos con complicidad ante los encendedores prendiendo la flama de la realidad aumentada, una realidad que queríamos conservar para siempre.

Siempre estaba con un tipo al que asumíamos como su pareja, aunque creo que jamás nos referimos a él por su nombre. Esta vez era diferente, había show y parecía disfrutar de una vibrante mezcla de soltería y soledad.

Para nosotros era la última noche del año. El calendario decía que faltaban un par de semanas, pero para nosotros era la última noche del año, y en esa ciudad de aire colonial hacía frío de ese que da risa de tan frío que es. Íbamos muy juntos para llenarnos de calor y como respuesta a la hermandad que habíamos formado. 

Uno de nosotros tenía una costumbre poco común entre quien vive sus veintes: no comía harinas. Siempre hacíamos burla de que no comía pan ni tortillas; no es que lo viéramos mal, es que, ¿cómo sobrevives en una camioneta que va de ciudad en ciudad si no puedes comer sándwiches ni tacos? Esa noche no fue diferente, pero seguramente los chistes (a él le daban risa, por eso eran chistes) fueron menos. La previa de los shows solía tener ese cosquilleo. 

(Ese año fue una contradictoria combinación de miedo y esperanza. Veíamos cómo todo se caía alrededor mientras creíamos que nuestros sueños se construían. No era miseria, era la burbuja del privilegio, de nuestra imaginación. Qué pena que en algún momento se reventara. Mierda.)

La última noche del año nos regalaba una tensión espectacular. Nadie quería preguntar por la cantidad de boletos vendidos. No había miedo de algún asqueroso caimán, sólo no queríamos saberlo y, aunque no lo dijéramos, sabíamos que el lugar se iba a llenar. Era otra noche mágica. 

El after coronó las lágrimas de emoción de la última canción. No sé cuántas veces vimos correr tantas Nochebuenas y tanta mota entre tantas manos. No sé cuántas veces sonreímos con complicidad ante los encendedores prendiendo la flama de la realidad aumentada, una realidad que queríamos conservar para siempre. Juventud.  

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