En la foto, no solamente está su rostro contraído y tímido, su rostro de poeta. También están sus anteojos, su voz recitando poemas desde Turín. El corazón se le desvanece, pero Pavese aún puede escribir: los gatos lo sabrán.
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En la foto, no solamente está su rostro contraído y tímido, su rostro de poeta. También están sus anteojos, su voz recitando poemas desde Turín. El corazón se le desvanece, pero Pavese aún puede escribir: los gatos lo sabrán.