Luego de la estela subversiva que dejaron Un chien andalou (1929) y L’âge d’or (1930), Luis Buñuel percibía diferencias con el grupo surrealista, además de la imposibilidad de hallar financiamiento para sus nuevos proyectos.
A principios de la década de los 30, llegó a manos del cineasta el estudio antropológico de Maurice Legendre, Las Jurdes: étude de géographie humaine (1927), un documento que describía las míseras condiciones de esa región de España. Auspiciado por su amigo, el intelectual anarquista Ramón Acín, Buñuel decidió que su tercer trabajo como director sería un documental que desnudara las penurias de los habitantes de Las Hurdes, un lugar tan aislado y pobre, en el que, incluso, no existía el pan.
En 2019, el historietista e ilustrador español Fermín Solís entregaría la novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas, un ejercicio que intentaría desentrañar los misterios del rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan (1933), documental pionero en España y punto de inflexión para Buñuel, que se encuentra aquí ante la encrucijada temida por cualquier artista: el arte como simple forma estética o, bien, el arte como arma capaz de transformar grupos y mentalidades.
Fermín Solís se vale de radiantes ilustraciones para describir la compleja filmación del documental maldito, sucedida entre el 23 de abril y el 22 de mayo de 1933, con el insólito crew compuesto por los franceses Éli Lotar y Pierre Unik, además del productor Ramón Acín y el propio Buñuel; haciendo base en un remoto monasterio, los cuatro sujetos recorren la región montañosa de la provincia de Cáceres, filmando la miseria que lo cunde todo, con moradores que parecen muertos en vida.
En el afán de denuncia que conlleve cambios en el entorno, Luis Buñuel no duda en recrear (y alterar) la realidad de los atroces momentos que la escasez incita: cabras que se despeñan, burros bañados en miel, gallinas mutiladas y la muerte acechante, siempre presente entre las humildes chozas que al amontonarse, asemejan los caparazones de tortuga del título.
De forma paralela, en el cómic se encuentran momentos oníricos, donde el realizador originario de Calanda es atosigado desde la infancia por miedos y traumas, revelando que solo una mente tan atormentada, sería capaz de otorgar algunas de las imágenes más poderosas de la historia del cine.
Presentada en una flamante edición de pasta dura de Reservoir Books (con fabuloso material adicional), Buñuel en el laberinto de las tortugas es una obra imprescindible, una novela gráfica que ya tuvo su adaptación cinematográfica en una puntual película animada dirigida por Salvador Simó, galardonada con el Premio Goya en 2020.


