Embellecedores de huesos: recobrar la ilusión por un periodismo digno

La periodista Leila Guerriero escribió: «Hay historias que no se pueden contar en poco espacio. La crónica está para estas realidades complejas». En ese contexto se podría enmarcar Embellecedores de huesos (Los libros del Perro), una obra que describe las realidades más complejas que se viven al sureste de México.

A través de veinticinco capítulos, el libro recorre muchos puntos de la geografía mexicana, a partir de historias que abarcan desde el Día de Muertos hasta ritos mayas o las problemáticas de los ciudadanos con los asaltos.

Cada capítulo es una crónica en la que describe un aspecto por nimio que pueda parecer gracias a la pluralidad de voces, que conlleva a crear una atmósfera única. Ello provoca que te envuelvas con la historia y escuches cada aventura y desventura de los protagonistas con ese ímpetu digno del buen periodismo.

El autor de este libro, Paul Antoine Matos, periodista yucateco, traslada su pasión viajera a sus escritos. Eso lo refleja perfectamente, porque cuando viaja los detalles son más nítidos, debido a que se sale del estado autómata que se adquiere en esta sociedad de ofertas y demandas y escaparates sociales. Además, el joven narrador vuelve a ese periodismo intrínseco de salir tan solo con una mochila y una libreta (a ver qué pasa), como sostenía el gran Ryszard Kapuściński: «El buen periodista tiene cinco sentidos: estar, ver, oír, compartir y pensar».

Eso es precisamente lo que propone el slow journalism, que no es otra cosa que ese periodismo a fuego lento, desde el terreno, donde la calidad debe ponderar sobre la inmediatez, como decía Gabriel García Márquez, periodista antes que escritor.

En una sociedad donde el periodismo está obligado a estar pendiente del scroll de las redes sociales, clickbait y la rápida difusión de las noticias, siendo muchas de ellas falsas —esto es otro tema—, genera un caos delirante de simultaneidad donde el periodismo de calidad parece no tener cabida. Por este motivo, libros como Embellecedores de huesos hace que se pueda recobrar la ilusión por un periodismo digno. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *